La casta de la que Milei no reniega: el político que lo recomendó con Eurnekian, su frustrada designación como viceministro de Macri, la amistad con un presidente del Banco Central
El candidato presidencial de La Libertad Avanza (LLA) fue el más votado despotricando contra “la casta”. Sin embargo, el economista recibido en la Universidad de Belgrano se soñó -y estuvo cerca de concretarlo- funcionario de Mauricio Macri, fue el asesor financiero de un monopolio y discutía política monetaria hasta la madrugada con un presidente del Banco Central que admiraba.
El gobierno de Mauricio Macri daba sus primeros pasos: devaluación, casi duplicación del índice inflacionario (pasó del 25 al 40%), tarifazo eléctrico y suba de la pobreza. Mientras tanto, un economista recorría diversos canales de televisión -especialmente los del Grupo América- defendiendo las políticas económicas, aunque más tarde criticaría su falta de resultados.
Javier Milei reniega permanentemente de “la casta”, pero creció de la mano de ella, tanto política como empresarial. Su llegada a los medios se dio gracias a Matías Patanian, un ejecutivo de la Corporación América tan protegido por su dueño y creador, Eduardo Eurnekian, como despreciado por la comunidad armenia. Sus paisanos nunca le perdonaron que, como presidente de River Plate, no haya puesto ningún reparo al desembarco de Turkish Airlines como espónsor de la camiseta.
Milei, que se promueve liberal y anarco-capitalista (como el actor Juan Acosta se decía anarco-macrista), fue el principal asesor financiero de Corporación América, cuyo negocio más importante es la concesión de aeropuertos, que brinda en condición monopólica. Los pasajeros que tienen la suerte de viajar en avión pueden certificar que los precios para comer o tomar algo en las estaciones aerocomerciales no tienen un valor de mercado sino de posición dominante. No hay restaurantes o cafeterías cerca de los aeropuertos, que compitan con sus precios.
El exclamador de “!Viva la libertad, carajo!”, que llegó a los medios asesorando a un monopolio, fue recomendado al creador y líder del mismo -Eduardo Eurnekian- por Guillermo Nielsen, el secretario de Finanzas de Roberto Lavagna, recordado por conducir la renegociación de la deuda. Después de ello, Nielsen fue embajador argentino en Alemania y presidente de YPF.
Nielsen, que era asesor de Corporación América, fue quien le recomendó a Milei a “el armenio”, como le suelen decir a Eurnekian. El ex secretario de Finanzas y el actual candidato presidencial formaban parte de una cofradía liberal que cada tanto compartía una cena. De la misma participaban José Luis Espert, hoy subsumido y desdibujado en Juntos por el Cambio; Miguel Boggiano, que sigue trabajando de asesor financiero; y Diego Giacomini, ex socio de Milei que habló públicamente mal de él pero ahora bajó el perfil.
La conexión con Macri: frustrado viceministro y amistad con Federico Sturzenegger
Javier Milei lo reiteró en muchas conversaciones: “Tenía todo preparado para ser el secretario de Política Económica de Macri”. En los hechos, un cargo que equivale a ser viceministro de Economía, el cargo que hoy desempeña -por lo menos formalmente- otro economista que se autopercibe liberal, Gabriel Rubinstein.
El que vetó a Milei como viceministro fue el primer titular de Economía de la Era Macri, Alfonso Prat-Gay. El también ex presidente del Banco Central de Néstor Kirchner, cuyo derrotero político fue desde Victoria Donda hasta Elisa Carrió y la presidencia del ingeniero Macri, vetó a Javier Milei, que luego lo despreció en reiteradas ocasiones como “keynesiano”. Quizás fueron las diferencias ideológicas, o guerra de egos, dos hechos que entre los economistas suelen cruzarse.
Excluido del Ministerio de Economía, Milei se acercó al poder a través de Federico Sturzenegger, que era presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA). Por eso entonces, 2016 y 2017, Milei no proponía detonar, cerrar ni destruir a la autoridad monetaria, sino que discutía con su amigo -el presidente de la entidad- hasta altas horas de la madrugada, pensando cómo la política monetaria podría erradicar la inflación.
Sturzenegger, que sigue siendo amigo de Milei, no lo consiguió. En más de dos años y medio de gestión (diciembre del 2015 hasta junio del 2018), Sturzenegger intentó controlar la inflación sin éxito, el país se endeudó en 150.000 millones de dólares, se fue tras una de tantas corridas devaluatorias y emitió casi sin límite. Eso sí, emitió instrumentos financieros -las LEBACS- que permitían ganar una jugosa tasa de interés para obtener más pesos sin trabajar, y comprar más dólares que antes de ponerlos en pesos.
Los fondos de inversión lograron jugosas ganancias gracias al llamado “carry-trade”: traían dólares, los cambiaban por pesos, los ponían en LEBACS, tasa de interés mediante retiraban más pesos (tasa de interés de hasta 73% mediante), y con eso compraban más dólares de los que habían puesto. Todo ese proceso era posible gracias a una política: endeudarse (primero con el mercado, luego con el FMI) para mantener artificialmente bajo el tipo de cambio. Ese proceso económico nunca tuvo una crítica por parte de Milei, que asesoraba a sus clientes para hacer ese negocio, mientras comentaba excitado -cholulo del poder, quizás- que discutía de política económica con Sturzenegger durante la madrugada. Ese economista -Javier Milei-, con más experiencia en el mundo financiero que en cualquier otro rubro de la economía, puede llegar a presidente.
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