09 de Agosto de 2021 - 16:23

Gabriel Salas, el funcionario que recibe empresarios en el Instituto de Vivienda porteño con el pedido “no le cuentes a Carlos Grosso”

En los últimos 5 años, la estratégica área de Gestión e Intervención Social, que contrata servicios para villas y barrios de emergencia, fue degradada institucionalmente: pasó de secretaría a subsecretaría, mientras que en la actualidad es apenas una dirección general del Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC). Pero hay un factor permanente e inconmovible en la misma: Gabriel Jorge Salas, CUIT 20-21051429-6. Mediante el decreto 78/2017, de febrero de ese año, fue nombrando titular de la Unidad de Gestión e Intervención Social (UGIS), que dependía del Ministerio de Habitat y Desarrollo Humano.  En mayo del 2019, a través del decreto 152, se lo ratificó en ese cargo. Mientras que en la actualidad es asesor del área que es apenas una dirección del Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC), aunque directamente vinculada a la Presidencia, que ejerce Gabriel Mraida. 

El director de Gestión e Intervención Social del IVC es Martín Gospedini, pero los empresarios que van a pedir contratos allí saben que el poder detrás del trono es Gabriel Salas. “Desde que se fue (Carlos María) Pedrini en el 2015, para acompañar a (María Eugenia) Vidal en Provincia, el que maneja la UGIS es Salas”, confirma un empresario que hace negocios con el Estado porteño, versión que corroboran otros dos. Esto le sirvió a Salas para erigirse como referente del PRO en el Sur porteño, donde estuvo a cargo de la Comuna 8 (Soldati, Lugano, Villa Riachuelo); lo que le valió trabajar en las elecciones del 2019, donde Juntos por el Cambio revirtió en parte el muy mal resultado de las PASO de ese año, donde perdió claramente.

En notas anteriores, Minuto de Cierre contó los enojos que generó Salas entre empresarios que consideraron desmedidas a sus exigencias (https://www.minutodecierre.com/nota/2020-1-28-9-0-0-gabriel-salas-el-ex-puntero-de-carlos-grosso-ligado-a-la-obra-publica-portena-que-acumula-quejas-de-los-contratistas), como también el rumbo político de supervivencia que fue tomando por consejos de su primer jefe en la política, Carlos Grosso: https://www.minutodecierre.com/nota/2020-3-13-10-38-0-el-caso-de-gabriel-salas-y-la-vieja-politica-portena-santilli-y-screnci-apoyan-el-larretismo-rechaza. Pasan los años, los ministros, y hasta los jefes de Gobierno, y la escasez de dirigentes territoriales del PRO en el Sur de la Ciudad hace que sigan necesitando a Salas. Aunque desde fines del 2019, el hombre nacido y criado en Lugano parece haber consolidado una estructura propia, ejerciendo como una especie de agente libre que no reporta hacia arriba.

 

“No le digas a Carlos”, “esto va para otro lado” y el territorio regalado al radicalismo

 

Tras la salida de la ex joven promesa Juan Maquieyra del IVC, sumada a la desinversión del gobierno porteño en infraestructura (con la excusa del quite de coparticipación, aunque producto de los malos resultados electorales en barrios y villas de emergencia), el instituto entró en una especie de letargo, del cual su presidente actual -Gabriel Mraida- no puede sacarlo. En ese contexto, sumado a la escasa picardía o dominio del territorio de la plana mayor del IVC, Gabriel Salas se mueve a sus anchas. “Con la falta de calle de Gospedini y de ahí hacia arriba, Salas hace lo que quiere”, admite un empresario de trato habitual con él.

En los últimos tiempo, sobre todo a partir de este año, los hombres de negocios se sorprendieron con dos frases que el histórico puntero de Lugano pronuncia de modo recurrente. Una de ellas: “No le cuentes (o no le digas) de esto a Carlos Grosso”, que es su histórico jefe político y -como ya no es ningún secreto- es un consejero en las sombras del jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta. En tanto que la otra frase es “quedate tranquilo que esto va para otro lado”, en referencia a cierto respeto por la verticalidad política, que en realidad Salas ya perdió.

Entre las empresas que dependen directamente de Gestión e Intervención Social, de trato directo (y cordial) con Salas, se cuentan Ashira S.A., Reconstrucción Caños S.A. (conocida por sus siglas RC), Ciageser S.A. o Servicios Ibarra S.R.L., entre otras. De acuerdo a dos fuentes del IVC, este esquema de relación entre Salas y las mencionadas empresas puede provocar dos problemas.

El primero de ellos, si alguien se dedica a corroborar cuántos servicios prestan efectivamente de los que cobran. La Auditoría General de la Ciudad (AGCBA) e inclusive el Frente de Todos parecen mansos e inactivos frente al tema, aunque bien podría aparecer un cisne negro. En cuanto a la política, el problema en ciernes que ven muchos “amarillos” es que le están dejando el territorio del sur porteño a la Unión Cívica Radical (UCR).

Los radicales, que lentamente le van peleando el liderazgo nacional de Juntos por el Cambio al PRO, tienen una larga tradición política en los barrios ubicados entre avenida Rivadavia y el Riachuelo. Por ejemplo, haberle dado a la ciudad un intendente cuando el mismo era designado por el presidente: Francisco Rabanal, histórico dirigente de Nueva Pompeya (el más emblemático de los barrios sureños, junto a La Boca), durante la presidencia de Arturo Humberto Illia.

Alcanza con caminar las calles de Lugano, Soldati, Boedo, Pompeya, Barracas, La Boca o Parque Avellaneda, entre otros barrios, para divisar algún comité de la UCR. Quizás con pintura descascarada, pero abierto cada tanto. Si a esto se le suma un candidato con chances de ser jefe de Gobierno en 2023, por ejemplo Martín Lousteau; y que el PRO confíe el territorio en manos de personajes que juegan para sí mismos, como Salas; el amarillo cambiará por rojo y blanco. 

 

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