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El escándalo de la Aduana de Ezeiza, donde esta semana quedaron once funcionarios presos, parece una novela de espionaje. Está el contrabandista experto, que no comercia baratijas sino antigüedades; hay una falsa pared con vasta colección de artículos nazis y egipcios detrás; y por supuesto hay funcionarios aduaneros que cobran coima, aunque pequeña en relación al valor que pueden tener los artículos.

El dueño del local de antigüedades “El Ático”, ubicado en Olivos, fue procesado con prisión preventiva, y embargado, junto a los familiares que lo ayudaron a traer “distintas piezas arqueológicas y paleontológicas”, entre ellas varias “actualmente incorporadas a la “Lista Roja de Objetos Culturales Chinos” emitida por la UNESCO”, según consta en el fallo judicial de Arroyo Salgado.

Allí también se describe que Germán Guevara, jefe de Equipaje del Aeropuerto Internacional de Ezeiza, le había pedido a Olivares una coima de 800 dólares por valija, que finalmente terminó rebajando a 600. También se cuenta que Olivares pidió descuento –ofreció 50 a 80 dólares- por una mochila, lo que motivó el enojo de Guevara, quien le pidió por whatsapp “suspendé, no traigas nada”.

En definitiva, Olivares y Guevara terminaron “arreglando”. Aunque el contrabandista, enojado, junto a su hermano Oscar, urdió “un plan clandestino dentro del plan delictivo, esta vez con la finalidad de burlar el control del funcionario del servicio aduanero, pero esta vez dentro de la actividad ilegítima”.

Como finalmente Olivares percibió que no podría esquivar el control aduanero, aceptó el pago de 600 dólares por bulto, sean valijas o una mochila. De acuerdo al fallo familiar, “si se tiene en cuenta que la requisa personal del grupo familiar arrojó como resultado la cantidad de dieciocho (18) piezas de equipaje, de haberse cumplido lo pactado con el funcionario aduanero, debieron haberle pagado un total de U$D 10.800 (diez mil ochocientos dólares estadounidenses)”.

Al realizarse el allanamiento por parte de Policía Federal e Interpol, secuestraron en la oficina de Guevara “un total de u$s 11.250, distribuidos entre su bolsillo del saco y el segundo cajón de su escritorio”. Y el pago se habría realizado en el baño, donde las cámaras de seguridad vieron entrando al jefe aduanero –Guevara- y a Oscar Roberto Olivares, hermano del contrabandista que se hizo famoso por su colección de artículos nazis.

Además, el dictamen de Arroyo Salgado deja una pista de investigación vinculada a un personaje muy conocido de la farándula argentina. En una de las escuchas telefónicas de Carlos Olivares, se le escucha comentarle a su hermano: “sabés que vine a ver a un amigo que trabaja en una empresa que trae de todo, importa de todo y para lavar guita le compró toda la empresa a marley” (Comunicación N° 5 del disco compacto N° 44, abonado 1147436219 de fecha 11/08/2017, fojas 406). Se cree que sería el popular conductor de televisión, pronto a adoptar un hijo, cuyo verdadero nombre es Alejandro Wiebe.

 

 

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