El contenedor que activó todas las alertas en la Aduana: zapatillas subfacturadas, un director que liberó la carga y los circuitos de transporte
La semana pasada, un cargamento de zapatillas de marca puso a prueba los reflejos de la Aduana conducida por Guillermo Michel. La preocupación es que un director, aparentemente por devolución de favores, habilitó al traslado. “No es tiempo para cometer errores”, admiten en las altas esferas del organismo.
La zozobra, que quizás no llegó a crisis, duró menos de una semana, pero tuvo en vilo a todos los aduaneros, generalmente afectos a la información calificada y polémica. El traslado de un contenedor -algunos dicen que fueron más, pero confirmado sólo uno- fue autorizado desde la Terminal 4 del Puerto de Buenos Aires hacia el de Campana. En sí mismo, ese dato llamó la atención, porque la lógica económica indica que el gran mercado de consumo está en el área metropolitana de la ciudad capital del país.
Del otro lado, los que pretendían justificar el traslado argumentaban que la mercadería entró al país para ser exportada hacia otro. Un argumento débil, considerando que el destino de origen y el final pueden tener conexión directa. Estos datos alcanzaron para que las altas jerarquías de la Aduana activen sus alertas.
El contenedor fue detenido en tránsito y apareció la infracción: se declaraban zapatillas a dos dólares el par, cuando en realidad eran originales de marca -sería Nike- que llegan a venderse a cerca de 100 dólares. Se le aplicó una multa de acuerdo al artículo 954 del Código Aduanero y rápidamente se terminó el tema.
Sin embargo, hay dos temas que preocupan al director general de Aduanas, Guillermo Michel, aunque él no lo exprese en público. Por un lado, que la carga fue liberada, y su traslado autorizado, por uno de los directores del organismo de mejor reputación. A contramano de casos anteriores, donde las tintas se cargaron sobre un director que “se corta solo”; esta vez el responsable fue un empleado jerárquico de la nueva gestión e históricos vínculos con el sector de la Inteligencia. “Su pertenencia, que suele aportarle información clave, esta vez le jugó en contra porque devolvió favores”, cuenta alguien que conoce al funcionario conocido por el apodo “Pipi” y de apellido italiano.
En las cercanías de Michel, pieza clave en el Ministerio de Economía del candidato Sergio Massa, apuntan que “no es tiempo para cometer errores, y menos para bancar los que cometan otros”. Este es el mensaje que le habría llegado a “Pipi”. En una Aduana donde pocos directores y subdirectores hacen alianza entre ellos, todos se sintieron fortalecidos por la debilidad del apuntado. Si Massa resulta electo presidente de la Nación, Michel suena para ser ministro de Economía o administrador federal de Ingresos Públicos. Por lo tanto, queda vacante el apetecible cargo de director general de Aduanas.
Además de esta interna, la mayor preocupación es un tema estructural. La liberación del traslado, sin justificación económica, podría ser una "prueba ácida" (testeo de circuitos) para probar sistemas de transporte -camiones, barcazas, etc.- entre Buenos Aires y Campana. Con el endurecimiento de los controles contra el fentanilo, la droga mortal que hoy conmueve al mundo; sumado a la detección casi permanente de cocaína con destino a Europa (en la gestión anterior sólo se detectaba cuando llegaba el Viejo Continente); la Aduana está tocando los intereses de sectores subterráneos y desconocidos para el gran público. Los mismos que están buscando puntos de fuga en el control aduanero.