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El caso del frigorífico HV, el despachante Pablo Monet y el guarda aduanero que se suicidó (Omar Ramírez) marcó un antes y un después en la Aduana. Ocurrió en abril de este año y lo destapó Minuto de Cierre (https://www.minutodecierre.com/nota/2022-5-19-13-30-0-frigorifico-hv-y-el-despachante-pablo-monet-los-protagonistas-escondidos-de-la-tragedia-del-aduanero-omar-ramirez), contando una saga que ni siquiera se le hubiera ocurrido a Gabriel García Márquez o cualquier otro autor del boom del realismo mágico.

Los hechos fueron los siguientes. Un agente de comercio exterior del frigorífico HV fue encontrado en la sede central de la Aduana con un bolso que contenía sellos de cuatro empleados aduaneros, los cuales no tienen ninguna certificación de autenticidad y podrían ser apócrifos. El que se hizo cargo del hecho, Fernando Andrés Soja, intentó cubrir al despachante Pablo Monet; amigo personal de los dueños del frigorífico HV, sin experiencia en el rubro, que trabaja sólo para esta empresa. Soja terminó en una denuncia penal en la cual parece testaferro de otros. Mientras en el entonces subdirector de Legal y Técnica de la Aduana, Germán Muiño, eligió denunciar a cuatro empleados del organismo sin tener contra ellos más pruebas que los sellos probablemente apócrifos. El conflicto se aceleró de la peor manera: uno de los denunciados, Omar Ramírez, se suicidó.   

Hoy todos siguen su vida próspera y cómoda de la mejor manera. Muiño, que cobra un sueldo cercano al millón de pesos como empleado de la AFIP, se fue a trabajar con Mercedes Marcó del Pont -ex titular del organismo- a la Secretaría de Asuntos Estratégicos de Presidencia de la Nación. Un área de gobierno de utilidad difusa, jugosos sueldos y cosecha de contactos. El frigorífico HV sigue con su próspero negocio de exportación, y su despachante recién llegado al sector, Pablo Monet, lo mismo.

La contracara es la familia de Omar Ramírez, que terminó su vida apenas pasados los 50 años y ya no está entre ellos. Esta semana, la Aduana decidió avanzar con una reivindicación simbólica y material para su familia: Magalí Ramírez, hija de Omar, fue designada como funcionaria del organismo. Guillermo Michel, de bajo perfil en redes sociales, lo destacó orgulloso en su Twitter.

 

El objetivo: jefes de ramo y entramado de negocios

 

En forma paralela, la Aduana también avanzó sobre la gestión económica, y no sólo simbólica del comercio exterior. En cada sector de exportación y/o importación hay una figura clave: el jefe de ramo, que debe ser el control cruzado de lo que hacen los verificadores, primer eslabón en el control del comercio exterior. En el caso de la carne vacuna, producto de neta exportación, ese hombre clave era -y ya no es- Fernando Hugo González, alias “Tribi” o “Tribilín”.

El cargo formal de este funcionario es inspector aduanero, dentro de la dependencia “Sector Ramo A”, que forma parte de la Dirección de Investigaciones. Hace alrededor de un mes, fue informado por las más altas autoridades de la Aduana que no estaban conformes con su trabajo, pues no reportaba informes ni irregularidades. También le cuestionaron que un familiar suyo trabaje como despachante de Aduana, aunque desgraciadamente no sea el último caso. Como un mal enquistado desde hace décadas, quizás siglos, las familias que están de uno y otro lado del mostrador son una realidad cotidiana en el organismo controlante del comercio exterior, y en general en todo el Estado.  

A pesar de la advertencia ocurrida hace un mes, “Tribilín” siguió haciendo su trabajo como siempre y Michel decidió su reemplazo. En su lugar asumió una funcionaria que proviene de la Dirección General Impositiva (DGI). En algunos casos, la decisión política es renovar antes que prorrogar expertise en el tema aduanero. “Guillermo (Michel) quiere limpiar a todos los jefes de ramo, usan lo que saben para su conveniencia y no la del país”, aseguró un ladero del director general de Aduanas.

Según averiguó Minuto de Cierre, los próximos jefes de ramo corrido serían los de dos sectores clave. Por un lado el de alimentos, donde las mismas empresas que entran a Precios Justos a regañadientes piden dólares al tipo de cambio oficial para importar, como también exportar en el medio de controles laxos.

Mientras que el otro sector clave es el de electrónicos. Allí el problema es otro, principalmente la sobrefacturación de importaciones, con el objetivo de dejar dólares -que se obtuvieron al tipo de cambio oficial- en el exterior. El primer paso que dio la Aduana fue monitorear a las empresas que marcan precios testigo en el sector. El próximo sería cambiar al jefe de ramo. Y después vendrán otras áreas de actividad económica.