04 de Agosto de 2020 - 15:56

Gramercy, el fondo que siempre quiso acordar con la Argentina, aconsejado por socios nacionales

Es uno de los fondos que siempre se mostró amigable. Aunque llegó a firmar la carta a Guzmán de reclamo unificado. El rol fundamental de sus socios nacionales vinculados a la agroexportación.

Como en toda negociación dura, ahora llamada “Chicken Game”, hubo gestos duros y luego cada parte cedió lo suyo. El acuerdo entre la Argentina y los bonistas tuvo entre los más duros al grupo Ad Hoc, encabezado por BlackRock. La contrafigura fue Gramercy, cuyo director y fundador es Robert Koenigsberger, que sostuvo hoy que el acuerdo “le permitirá al país sostener un elevado crecimiento y reducir la pobreza”. 

Sin embargo, Gramercy sorprendió cuando se unió a la carta que todos los fondos -duros y blandos- enviaron al ministro de Economía, Martín Guzmán, el 26 de julio pasado. Los grupos Ad Hoc, Exchange y el Comité de Acreedores titularon a la misiva “Carta de apoyo de la Propuesta de reestructuración de la deuda”, aunque más allá del título elegante pedía que la Argentina mejorara su oferta. 

Las últimas 48 horas, que precedieron al cierre "de palabra" alcanzado entre el gobierno y los bonistas, fueron escenario de inéditas operaciones cruzadas sobre el acuerdo que finalmente alumbró. Muchas de ellas fueron arropadas en un mix que combinó la desesperación ante una eventual caída del acuerdo y la natural compulsión de los bonistas a buscar un último beneficio generando un alto nivel de rosca que excedió -por mucho- al ritmo habitual de un fin de semana de pandemia. 
Asimismo, esta secuencia tuvo como protagonistas mayoritarios a muchos hombres del mundo empresarial y económico en desmedro de los actores políticos que lucieron, en el tramo final de la negociación, una cohesión formidable detrás de Martin Guzman para evitarle al Ministro la apertura de negociaciones paralelas.

El consejo de los socios argentinos

De los numerosos detalles que trascendieron, muchos tuvieron el mismo patrón: hombres de negocios preocupados por el impacto en sus empresas de la caída en default del país; por otra parte,  abogados "satélites" de los estudios de los bonistas a los cuales la frustración del acuerdo les traería aparejada la pérdida de inmediatos honorarios, razón por la cual los mensajes de Telegram se agolpaban llamando a la cordura y buscando un interlocutor válido que acorte la diferencia de centavos que hábilmente habían instalado los bonistas luego de una larga negociación en dónde le habían arrancado al gobierno argentino varias "últimas ofertas".

Es ese sprint final se filtró que uno de los fondos más zigzagueantes en la negociación -Gramercy- logró hacer llegar su mensaje hasta altas esferas del gobierno manifestando su absoluta vocación por el acuerdo vía un canal inusual, un empresario del interior del país ligado al mundo financiero y con base de negocios en la "Chicago" argentina que por su agenda personal logró llegar al celular de los pocos que incidieron en esta compleja negociación. 

Sin embargo, este no fue el único hecho dónde la rosca se federalizó ya que muchos hombres vinculados al complejo agroexportador y, principalmente, a la estructura financiera que circunda tal actividad, también intentaron jugar el rol de "celestinos" de la negociación aunque en muchos de estos casos, la cercanía de ese universo a la anterior administración les jugó en contra a la hora de buscar acercar su aporte.

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