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El antiguo Banco Santander Río, de nombre ya definitivamente españolizado (Santander), tuvo un gran año en la Argentina durante el 2019. Según anticipó en su convocatoria de Asamblea Ordinaria y Extraordinaria, que se realizará el próximo miércoles 29 de abril, sus ganancias (incluyendo los Resultados No Asignados) llegaron a casi $ 23.125 millones. Una verdadera máquina de ganar dinero: aún contando los días inhábiles, ganó $ 63 millones cada 24 horas, y $ 2,63 millones cada 60 minutos.

En un país que acumuló tres de cuatro años en recesión, durante la presidencia de Mauricio Macri, las ganancias conseguidas por los bancos en 2019 tienen dos nombres propios: dólar (el spread entre compra y venta) y LELIQs, sucesoras de los LEBACs. Con los resultados que ya se conocen para el conjunto de la población: devaluación, inflación mayor al 50%, incremento de la pobreza, y endeudamiento que pagarán todos los argentinos.

El Banco Santander ya comunicó a sus asambleístas que destinará casi todo lo que ganó a repartirlo entre sus accionistas, sin mencionar ni siquiera una vez la palabra “reinversión”. De alguna forma, las comunicaciones del banco a sus asambleístas desconocen una decisión del Banco Central de la República Argentina (BCRA), la Comunicación A6768, del 30 de agosto último, que obliga a las entidades a pedir permiso -justamente al BCRA- antes de girar sus utilidades al exterior. Una medida que tomó el entonces presidente de la entidad regulatoria, Guido Sandleris, tras el resultado de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO).

De acuerdo a la Información Relevante que acompaña la convocatoria a asamblea, firmada por su presidente José Luis Enrique Cristofani, el banco anuncia que repartirá el dinero ganado de la siguiente forma: 

-Reserva Legal: $ 4.531,6 millones.

-Reserva Especial para “retribuir instrumentos representativos de deuda”: $ 550 millones.

-Reserva Facultativa “para futura distribución de resultados”: $ 18.043,3 millones.

Es decir, el 78% será destinado exclusivamente al reparto de ganancias para sus accionistas, según el “Informe Anual 2019” del banco a nivel global están en Europa (75,63%), América (22,97%, principalmente fondos de Estados Unidos) y 1,40% Resto del Mundo. Además, con las utilidades obtenidas en la Argentina, el banco destinará otros $ 1.400 millones para la “distribución de dividendos en efectivo”. Así como se lee, plata contante y sonante. 

En la mira del Banco Central

La última semana, desde el Gobierno en general, y el Banco Central en particular, se instaló la sospecha que el Banco Santander, hoy dirigido por el “Country Head” Sergio Lew, fue el que más resistió la apertura de sucursales y los préstamos a pymes para pagar sueldos con una tasa del 24%. Algo que, por supuestos, desde el banco niegan, más allá que estos últimos créditos hayan sido motorizados principalmente desde entidades estatales. 

El sistema en general no respondió en gran forma. De los $ 220.000 millones que liberó el Central por encaje de LELIQs, apenas se prestaron $ 29.400 millones, el 13,4% del total, y la mayoría por parte de bancos públicos. En noviembre del año pasado, Sergio Lew, el flamante Country Head (máximo responsable del banco, en lugar del histórico Enrique Cristofani), presentó el nuevo edificio corporativo construido en San Telmo, con un costo de u$s 165 millones. “La Argentina necesita recuperar el crédito porque es un elemento igualador de oportunidades entre la población" declaró en ese momento. Y agregó que "el crédito permite invertir, comprar una casa o una máquina, aún a aquel que hoy no dispone del dinero necesario para hacerlo pero tiene una buena idea o proyecto".

Hermosas palabras, que en el caso de este banco no acompañan con los créditos necesarios para enfrentar la coyuntura económica que generó el COVID-19. Parece difícil que el Santander destine siquiera una parte de los u$s 165 millones que gastó en su edificio corporativo. Para el banco conducido por la española familia Botín, reinversión es la lujosa sede de San Telmo, pero no sistemas tecnológicos o más asistencia crediticia a pymes. Ello se desprende de la “Información Relevante” firmada por Cristofani para los asambleístas. Allí, de los 12 puntos detallados, en ninguno se habla de reinversión de utilidades, actualización tecnológica, políticas específicas para combatir la pandemia del COVID-19, ni lineamientos de crédito. 

Hasta ahora, la política llevada adelante por Miguel Angel Pesce, presidente del BCRA, fue “horizontal”, es decir, no aplicada a ningún banco en particular. Les ordenó destinar dinero de las LELIQ a préstamos para pagar sueldos (algo que la mayoría no hizo), bajó las tasas de tarjetas de crédito 2 veces (llegando ahora al 43%, con la obligación de refinanciar las deudas), modificó encajes. 

Pero llega el momento de los balances de cada banco. La entidad regulatoria de los mismos podría demorarles o trabarles la remisión de utilidades al exterior. Sobre todo, considerando que las mismas se hacen tranformando pesos en moneda dura: los dólares o euros que en la Argentina son escasos. Si a duras penas se mantiene la opción de ahorrar 200 dólares por persona y por mes, ¿se le permitirá al Santander enviar ganancias al exterior por el equivalente a 200 millones de euros? La respuesta se conocerá en los próximos días.

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