08 de Octubre de 2019 - 22:55

"Yo pongo el hielo". De facturar 700.000€ a 5 millones en un año

Los fundadores de Yo pongo el hielo son todos antiguos empleados de Tiendanimal , otro ecommerce malagueño que se ha convertido en referente en la venta de productos y comida para mascotas.

El paso por Tiendanimal les sirvió a Freddy Salazar, Raúl MenaPablo Rodríguez y Yago González para fraguar una amistad, pero también para entrenarse en las habilidades del ecommerce y saber lo que funciona y lo que no.

Adquirido ese conocimiento en campo ajeno, tenían claro que querían montar “algo chulo” relacionado con el comercio electrónico. Faltaba decidir de qué. “ No queríamos mucho estudio de mercado ni mucha segmentación. Desde el principio decidimos ir a volumen y apostar por el mercado de masas”, dice Yago González. Y así, entre pinta y pinta consumidas en un pub irlandés en Málaga, optaron por dedicarse a la venta de bebidas, en principio alcohólicas y energéticas, luego ya de todo tipo.

Pero lo cierto es que la decisión final no se adoptó con tanta alegría. Primero analizaron el mercado a conciencia e identificaron a potentes proveedores en la zona. En cuanto a la competencia vieron que sí, que había un rival más que robusto, pero que el resto de los actores se comportaban como pequeños satélites. Entre tantos astros opacos pensaron ellos que tendrían cabida aportando un poco más de valor que les permitiera diferenciarse y brillar con luz propia.

La nota diferencial la hallaron en la oferta de licores de calidad a precios más económicos de lo habitual. “Beber mejor y más barato”, es el claim que eligieron para la compañía. La otra propuesta de valor que resalta Yago González es el servicio de atención al cliente. “Tenemos muy en cuenta el costumer journey y la experiencia del cliente”, otra herencia de Tiendanimal donde escuchaban a diario que eran “el Corte Inglés de las mascotas”.

Para constituir la empresa, los cuatro socios fundadores- Pablo Rodríguez ya no forma parte del equipo- aportaron 3.000 euros por cabeza. A estos 12.000 euros se añadieron luego, por espacio de un año, pequeñas cantidades que, en conjunto, no superarían mas de los 1.000 euros dado que procedían solo de los dos socios que compaginaron durante un tiempo su trabajo por cuenta ajena con el desarrollo del proyecto. Los dos restantes que se dedicaron full time a la puesta en marcha del ecommerce fueron eximidos de la carga. Este fue todo el capital con el que contaron para montar la empresa. Nada de bancos ni de inversores externos. “Vale que tendríamos que trabajar y dedicarle mucho tiempo al proyecto, pero ninguno queríamos hipotecar nuestras vidas en algo en lo que confiábamos, sí, pero que también podía salir mal”, recuerda Yago González.

El 23 de mayo de 2014 lanzan la web al mercado. Quince días después reciben su primer pedido, “creo que de 50.000€ o algo así ”. Ese año lo cierran con una facturación de 15.000€. Dando un salto en el tiempo, en 2017 se ponen con una facturación de 350.000€, 700.000€ al año siguiente y, ya para 2019, ¡tachán¡, anticipan que cerrarán con 5 millones, el doble para 2020.

Por el momento, reparten pedidos a toda España y están presentes en los principales mercados de Europa, aunque les gustaría alcanzar “a todo el mundo”. Pero ahora les ocupa otra prioridad. La distribución de licores les ha permitido comprobar que el acompañamiento de las bebidas con otros productos como las gominolas o los frutos secos funcionan muy bien así que están pensando en abrir otra linea de ingresos a través del proyecto ‘Te doy la lata’ que consiste en la venta de dichos complementos enlatados, una idea que tienen intención de acometer ya.

La expansión del negocio les ha obligado a mudarse a una oficina más grande y a alquilar más naves de almacenamiento. En este proceso volvieron a plantearse la posibilidad de recurrir a la financiación externa “para ir un poco más desahogados pero al final decidimos apretarnos el cinturón. No hemos venido a hacernos ricos, sino a crear algo propio y hacer una empresa sostenible. Si el dinero fuese el motor habríamos conservado nuestros trabajos, donde cobrábamos bastante más que ahora”, concluye Yago González.

 

 

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