El girasol pierde 40% de rendimiento, pero se puede revertir con más tecnología
Así lo determinó un estudio de brechas de rendimiento de la FAUBA junto al INTA y a la Asociación Argentina de Girasol. Nutrición, cultivares y siembra directa, las claves para incrementar la productividad.
Una investigación reciente de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Asociación Argentina de Girasol (ASAGIR) y otras instituciones determinó que las brechas de rendimiento del girasol oscilan entre el 34% y el 40% a nivel nacional.
“El cultivo de girasol es estratégico para el país, y aunque los rendimientos son buenos, todavía hay margen para aumentarlos. A ese incremento de kilos por hectárea lo llamamos brecha de rendimiento”, explicó Ignacio Rodríguez, autor principal del estudio y miembro del Grupo Don Mario.
Según detalló, hoy el girasol alcanza solo el 60% de su rendimiento máximo, a pesar de su adaptación a distintas regiones y su aporte a la estabilidad del agro argentino.
La investigación, que analizó datos del período 2010–2016, identificó tres factores fundamentales para cerrar esa brecha: mejorar la fertilización con fósforo (P) y nitrógeno (N), elegir cultivares con mayor potencial de rendimiento y adoptar sistemas de labranza más eficientes.
“La brecha es la diferencia entre el rinde que el productor obtiene hoy y el que podría lograr aplicando las mejores prácticas de manejo”, agregó Rodríguez.
En 2013, el reconocido profesor Antonio Hall había estimado una brecha del 29% para el girasol entre los años 2000y 2007, aunque no había indagado en las causas. El nuevo trabajo retoma esa línea y suma una metodología más precisa: “Primero definimos el rendimiento potencial en base a modelos de simulación, ensayos comparativos y los datos de los productores CREA más eficientes. Después, comparamos eso con los registros oficiales del ministerio de Agricultura en cada zona girasolera”, detalló Rodríguez.
Los autores coinciden en que, con ajustes agronómicos relativamente simples, la Argentina podría aprovechar mejor uno de sus cultivos más nobles, ampliar la oferta para mercados diferenciados y ganar estabilidad frente a un escenario climático y comercial cada vez más desafiante.
“Con el modelo de simulación y los datos de CREA obtuvimos valores medios de brecha del 34% a nivel país, mientras que con los ensayos comparativos llegamos a un promedio del 40%”, explicó Pablo Cipriotti, docente de FAUBA. Las diferencias regionales son notorias: mientras en el sudeste bonaerense la brecha es del 25%, en el norte del país alcanza el 50%.
Según detalló Cipriotti, las principales causas de estas pérdidas de rendimiento son la baja fertilización con fósforo y nitrógeno, el uso de labranza convencional y la elección de genotipos de bajo potencial. “Las causas varían según la región. En el norte, el problema está en la labranza; en el sudeste, en la escasa fertilización”, señaló.
El uso de modelos de simulación permitió al equipo investigador avanzar sobre limitaciones históricas en el estudio del girasol. Jorge Mercau, del INTA San Luis, explicó que estas herramientas brindan precisión para estimar rendimientos potenciales en todas las regiones productoras. “A diferencia de los ensayos tradicionales, los modelos permiten superar restricciones experimentales y sesgos en la selección de datos”, sostuvo.
En este trabajo se utilizó el modelo CROPGRO, elegido por su capacidad para simular respuestas del cultivo a diferentes condiciones de suelo, clima y manejo agronómico. “Este modelo incluso incorpora el alto costo energético de producir aceite, un factor clave en el girasol”, detalló Mercau, y añadió que fue necesario calibrarlo intensamente para ajustarlo a las variedades locales.
Hall, referente histórico en la investigación del cultivo, destacó que los nuevos avances permitieron refinar la zonificación: pasaron de cuatro regiones en 2013 a doce en la actualidad.
La herramienta del Global Yield Gap Atlas fue esencial en esa mejora. Además, el equipo recurrió a información del Relevamiento de Tecnología Agrícola Aplicada (ReTAA), elaborado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), para profundizar en las causas de las brechas de rinde.
Sin embargo, los investigadores también señalaron que aún hay vacíos de información. “ReTAA no contempla aspectos clave como el control de enfermedades, que pueden incidir fuertemente en los resultados productivos”, explicó Hall.
A pesar de estos límites, el trabajo representa un paso importante hacia una comprensión más integral de los factores que restringen el rendimiento.
Desde el equipo destacan la articulación entre instituciones públicas y privadas como un punto fuerte del proyecto. “La colaboración entre actores con distintas trayectorias permitió generar conocimiento útil para el sector. Ahora queremos avanzar con nuevos ensayos de campo combinados con simulación para seguir identificando mejoras”, concluyó Cipriotti.