23 de Septiembre de 2021 - 16:08

Cecilia Nicolini, de asesora estrella a la auto-candidatura frustrada y el padrinazgo de Gustavo Béliz

Se la mencionó como vicecanciller, pero seguirá en el mismo rol, asesora en vacunas del presidente Alberto Fernández. La torpeza de su carta filtrada por la Sputnik V, la acusación de “serrucho” y la cercanía con Béliz.

De casi vicecanciller, a asesora presidencial en un tema que ya está resuelto y pierde lugar en la agenda. La piadosa y diplomática frase para cubrir el desaire fue que “el presidente valora mucho el trabajo de Nicolini, por lo que seguirá trabajando en el área de Presidencia de la Nación”. En las últimas dos semanas, ese fue el derrotero de Cecilia Nicolini, que antes también se soñó -y operó mediáticamente- ministra de Salud. Hasta ahora, cada apuesta que realiza la politóloga egresada de la Universidad Católica Argentina (UCA) termina en nada. “Cecilia quiere ser ministra o viceministra de algo, pero las formas que usa tras ese objetivo no son las adecuadas”, confesó un funcionario de la Casa Rosada. "No sé quién la había subido a dónde. Quizás fue todo resultado de su imaginación", apunta, sonrisa irónica mediante, un asesor del presidente Alberto Fernández. 

En el caso de la Cancillería, Nicolini sonó durante toda una semana como vicecanciller, un cargo que se le suele atribuir al secretario de Relaciones Exteriores. Pero la negativa a su figura fue tanta, que el nuevo titular de la cartera -Santiago Cafiero- prefirió dejar en el cargo a Pablo Tettamanti, quien ya lo ocupaba con Felipe Solá y es un diplomático de carrera. Para reforzar su entorno, Cafiero se aseguró que Cecilia Todesca, una de las economistas de mejor imagen dentro de toda la coalición gobernante, sea la secretaria de Relaciones Económicas Internacionales. 

En el entorno de Cafiero dicen que “tanto Santiago como Cecilia (Todesca) la querían, pero no pudo ser”. Sin embargo, con algo más de confianza y en tono de diálogo distendido, admiten no sólo que Nicolini siempre busca un perfil propio, sino también que permanentemente se candidatea a ministra. Así lo hizo en Salud cuando la caída de Ginés González García era inminente, como también durante los primeros tiempos de Carla Vizzotti al frente de esa cartera. 

Con cierto sentido del humor, algunos la apodan “Serrucho”. Un onomástico informal por el cual muchos la quieren lejos. De hecho, tras un comienzo de gobierno en el cual Nicolini se mostraba tan cristinista como albertista, ahora se recostó en el padrinazgo de Gustavo Béliz, ocupante del poco efectivo y práctico cargo de secretario de Asuntos Estratégicos. Justo ahora, que la última reunión de Gabinete (y la primera en mucho tiempo) demostró una clara declinación de la estrella del ex ministro de Carlos Menem.

 

El padrino en decadencia y un error estratégico

 

El nuevo jefe de Gabinete, Juan Manzur, arrancó su gestión convocando a una reunión de los ministros, ayer miércoles 22 de septiembre, a hora temprana. En el repaso de ciertos temas de gestión, uno de los nuevos titulares de cartera fue claro: “Si me piden que resuelva un tema, necesito todos los resortes para eso, y no depender de otros colegas. Además, algunas ideas pueden ser buenas pero imposibles de implementar. El mejor ejemplo de ello es el Consejo Económico y Social, Béliz nunca pudo hacer que sirva para algo”, opinó tajante un ministro. 

Ni Manzur ni sus pares lo contradijeron. No sólo por la validez del argumento, sino también porque Béliz, como cada vez que integró un gobierno nacional (Carlos Menem, Néstor Kirchner) arrancó como una estrella y terminó como un meteorito. En ese funcionario se apoya ahora Nicolini, pues ambos vienen del “Mundo UCA”. Aunque la Universidad Católica es más conocida por sus egresados del mundo PRO, desde Mauricio Macri (realizó allí la carrera de Ingeniería) hasta Alfonso Prat-Gay o Máxima Zorreguieta (ambos economistas), también tiene sus egresados y estudiantes peronistas. Al fin y al cabo, la Iglesia Católica -y su universidad como parte de ella- tiene algunas similitudes estructurales con el peronismo: vocación de mayoría, inserción multiclasista y contención de corrientes tan diversas como contradictorias entre sí. 

Nicolini se apoya en Béliz justo cuando “Zapatitos Blancos” (apodo de cuando salió corriendo del menemismo) perdió a uno de sus hombres clave en el gabinete presidencial: Francisco “Pancho” Meritello. Ni siquiera la salida del vocero Juan Pablo Biondi, su rival interno desde el comienzo de la gestión Alberto Fernández, alcanzó para que el cuñado de Victor Santa María siga en el cargo.  

Por otra parte, todos recuerdan el error de Nicolini con la filtración de su carta al Fondo Ruso de Inversión Directa, en junio de este año, cuando no llegaba la dosis 2 de la vacuna Sputnik V. Por una parte, esa carta no debió haberse difundido. Pero, además, ni siquiera su estilo de escritura es propio de una persona que entiende algo de diplomacia. En la misma hay amenazas directas a su interlocutor, del estilo “a estas alturas todo el contrato está en riesgo de ser públicamente cancelado”. Tras lo cual Nicolini amenaza con reemplazar la Sputnik con “propuestas y entregas (de vacunas estadounidenses- que son para este año y también incluyen vacunas pediátricas, lo que es otra ventaja. Le pedimos a su equipo que comparta un protocolo para uso pediátrico que nos permita ejecutar un estudio aquí, pero todavía no recibimos nada”. 

Entre la carta "filtrada" a Rusia, la exageración de albertismo y cristinismo simultáneos, las movidas mediáticas en las cuales dejó todas sus marcas, y la desesperación por ser ministra, todos apuntan a la "falta de calle" de Nicolini. "Hay que recordar que hasta diciembre del 2019 vivía en Estados Unidos, donde estuvo alrededor de una década. No conoce la realidad argentina ni los actores sociales y políticos del país", admite un funcionario de buena relación con ella. Entre sus movidas mediáticas para ser ministra, la cercanía con Béliz y la negativa a su llegada a Cancillería, el destino de Nicolini en este gobierno parece modesto, a contramano de sus ambiciones. Sin embargo, tantos han tenido revancha en la democracia argentina, que quizás la politóloga logre reinventarse. Por ahora no está acertando cómo hacerlo.  

 

 

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