05 de Marzo de 2021 - 16:49

El contorsionismo del dólar

En Wall Street nadie quiere bailar el “tango” y crece la aversión hacia los activos argentinos. La apetencia por el riesgo argentino se disipa al compás de las inconsistencias y desequilibrios internos y externos que transita el país.

En el flanco presupuestario, si bien el año fiscal tuvo un inicio halagüeño con un enero que arrojó un resultado primario superavitario por $ 24.074 millones (el resultado financierofue deficitario por $ 3.030 millones, producto del pago de intereses de la deuda pública),el déficit fiscal sigue siendo uno de los temas que preocupan de cara al acuerdo con el FMI y a los efectos de ponderar la sustentabilidad del gasto público en el orden del 50 % del PBI. Sin embargo, el Gobierno reitera que 2021 no será un año de “ajustes”.

Desde el sector externo se ha señalado como hito histórico la liquidación de divisas que ha tenido lugar en el primer bimestre, la cual ascendió a USD 3.950 significando tal guarismo el segundo más alto en 18 años. Con la salvedad que se han devengado operaciones correspondientes a diciembre de 2020 que oportunamente no se materializaron por el paro de los aceiteros. Más allá de este dato, no todo es alentador. El freno a las importaciones conjura contra la economía real. Históricamente, existe una correlación que indica que los años que más ha crecido el PBI de la nación sudamericana fueron los que mejor performance tuvieron las importaciones.

La velocidad crucero en que se desliza erráticamente el dólar no convence a los inversores y genera serias dudas. Empero, el Gobierno observa con satisfacción el surco por el que se hallan transitando los valores en plaza de la divisa norteamericana. La tendencia secular de la cotización del dólar es claramente ascendente, no obstante el Ministro de Economía está sabiendo lidiar con dicho albur donde la dinámica de las liquidaciones de “soja blue” se aprecia sobremanera.

Este contorsionismo del dólar que bascula indefinidamente es parte de la preocupación que tienen los agentes económicos a la hora de tomar decisiones. Esto es habida cuenta que transforma su valor maleable a merced de las premisas del Gobierno y lo aleja de sus valores reales. De ahí surge la escasez.

El problema no es el valor del dólar, sino la desvalorización permanente del peso.La verdadera cotización de una moneda es el correlato del valor del tejido productivo. Sin generación de valor agregado ni de productividad se contrae la vigorosidad de una economía y la de su moneda. Todo ello es en desmedro de la retribución que perciben los propietarios de los factores productivos. Esto es lo que algunos denominan como “la decadencia de la matriz productiva”. La erosión de la producción termina perjudicando drásticamente el poder de compra del salario.

La pauperización del ingreso agregado, fundamentalmente en aquellos deciles donde no existe la posibilidad de su dolarización o cobertura en términos reales, es lo que mantiene en vilo al Gobierno. El PBI per cápita viene padeciendo una draconiana reducción infiriendo valores de USD 9.912,28 (2019) versus USD 16.190,13 de Uruguay y de USD 14.896,45 de Chile (Banco Mundial).En efecto, Argentina cerró 2020 con una de las tasas más altas de pobreza de la región.

Fuentes allegadas al Gobierno sostienen que para generar un crecimiento más allá de la coyuntura externa (hoy favorable entre otros aspectos por el alza del precio de la soja y el efecto pandemia) es necesario aplicar políticas desde la economía de la oferta. Quitar presión tributaria resulta un aspecto crucial e inexorable. En esa senda es que se confeccionó el proyecto de ley para morigerar el impacto que supone el impuesto a las ganancias en las clases medias asalariadas. Muchos de los drivers que apuntalarán la recuperación económica tendrán que ver con la oferta agregada. De allí la necesidad de un pacto social entre sindicalistas, empresarios y el Gobierno.

Lo que se espera es un estímulo de la actividad económica disparado desde la inversión en bienes de capital y fuertemente tutelado por las exportaciones netas.En Desarrollo Productivo, juegan con la hipótesis de reducir la ociosidad de la capacidad instalada y de ocupar el 75 % de la capacidad potencial.Sabido es que el ritmo de las importaciones deberá aumentar para acompañar la senda del crecimiento. El valor de las mismas, de no mediar medidas coercitivas, podría llegar a duplicar las registradas en 2020.

El consumo privado será otro factor que traccionará a la demanda agregada durante 2021 habida cuenta la inyección de pesos que tuvo lugar en 2020 desplegada por la autoridad monetaria. Se estima la existencia de cuantioso consumo reprimido de las clases media habida cuenta la falta de alternativas que deparó la cuarentena. Quienes pertenecen a los deciles de asalariados de altos ingresos poseen significativos ahorros en busca de decisiones óptimas frente a alternativas que no terminan de convencer. De allí el incremento de la Propensión Marginal al Ahorro que se evidencia en el escenario macroeconómico.

El problema que azota a la economía argentina no es la emisión monetaria, sino la carencia de una industria poderosa que dinamice el nivel de actividad y que sostenga niveles altos de salarios reales, tecnología de punta, empleo de calidad y economías de escala creciente. En tal sentido resulta capital el éxito de la puesta en marcha de la Economía del Conocimiento la que procurará el gran potencial de aumentar la productividad.

Durante 2020, en el marco de la Pandemia, los bancos centrales han recurrido a estímulos monetarios ensanchando las bases monetarias, pero pocos países han tenido la inflación y la expectativa devaluatoria de la Argentina. Se hace referencia a expectativas devaluatorias o devaluación esperada, en lugar de devaluación ocurrida, teniendo en cuenta el riesgo cambiario superlativo que hoy convive con las variables económicas y financieras del país sudamericano. En consonancia con ese panorama es que los bonos soberanos registran una paridad del 40 % y la probabilidad de default es superior al 90 %

Sólo en 2020 la Reserva Federal de EEUU (Fed) imprimió casi el 20 % de todos los dólares que hay en circulación en el mundo.

Dólares sobran en los mercados internacionales, considerando tenencias de residentes y no residentes (Posición Internacional Neta de Divisas), la cuestión pasa por tentarlos y darles nichos promisorios de negocios. La contorsión del valor del dólar debe tener un punto final puesto que es un lastre significativo. Con un dólar a $ 150 (valor de referencia del contado con liquidación) se podría consolidar un favorable saldo externo motivando a que los agroexportadores liquiden sus divisas en el MULC y mejorar el resultado fiscal. Es un dilema donde no está en tela de juicio barajar ideologías sino más vale importa otorgar un sesgo realista a la situación cambiaria. No alcanza con que el BCRA esté comprando en el spot importantes sumas de divisas ni con la asignación adicional de DEGs (unidad de cuenta del FMI) que en abril anunciará el organismo para la Argentina. La solución tiene su clivaje en la calibración de los precios relativos, incluyendo al del dólar.

 

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