16 de Diciembre de 2021 - 11:15

González Palazzo, el amigo de Grondona y Angelici que cobró u$s 711.000 por el VAR pero no hizo nada para implementarlo

El joven empresario, hijo de un fallecido camarista federal e hincha de Boca, en abril cobró 711.000 dólares por parte de la AFA. Pero, a contramano del contrato que ganó, por más de tres millones de dólares, se desligó de la construcción de los centros de monitoreo del VAR; y no apuró la implementación del mismo. El increíble penal otorgado a Quilmes contra Ferro, y la final del ascenso con Barracas Central, equipo del presidente de la AFA, reactualizan el tema. 

Es difícil que los hinchas de Ferro lo conozcan, pues su estadio preferido es La Bombonera, pero Ramiro González Palazzo es uno de los responsables del despojo deportivo que sufrió la entidad de Caballito frente a Quilmes, cuando el árbitro Nicolás Lamolina sancionó un penal que un día después -tarde, ya- admitió como error. González Palazzo es un empresario argentino que entró a la Asociación del Fútbol Argentino -AFA- hace muchos años con el contrato de los intercomunicadores entre árbitros y líneas, además del aerosol, gracias a la amistad de su padre -el fallecido camarista federal Mariano González Palazzo- con el entonces presidente del fútbol argentino y vicepresidente del fútbol mundial, Julio Humberto Grondona.

A través de su empresa Reftel S.R.L., peleando contra competidores internacionales de antecedentes conflictivos -Media PRO y Hawk Eye-, González Palazzo ganó la licitación para llevar adelante el VAR en el fútbol argentino en octubre del 2019, cuando la pandemia del coronavirus no asomaba en el horizonte. El joven empresario, de gran llegada a Daniel Angelici y al macrismo en general, se quedó con un contrato de 3.074.390 dólares. Este año, según pudo constatar Minuto de Cierre, Reftel cobró 711.000 dólares, aunque quizás no haya sido el único pago.

A pesar de ello, González Palazzo no tuvo ningún apuro en implementar el VAR, que supuestamente iba a iniciarse antes de mitad de año, cuando se estaba jugando la Copa de la Liga Profesional que ganó de Santa Fe. Además, con el visto bueno del todo poderoso Pablo Toviggino, secretario ejecutivo de la AFA, el empresario logró que la construcción de los centros de monitoreo pasara de los estadios de Primera División al predio de Ezeiza de la AFA. Y, más importante aún, que su costo fuera asumido por la entidad rectora del fútbol argentino, cuando en el contrato que ganó decía que iba a asumirlo Reftel.

La buena llegada de González Palazzo a Toviggino, que no surgió desde un primer momento sino que fue trabajada, llegó a tal punto que convirtió a un portal ¨tapista¨en anti-Chiqui. Mientras Toviggino miraba hacia otro lado, González Palazzo operaba discretamente contra Tapia. Todo ello, de la mano de un importante -aunque relativamente novato- empresario de medios que no sólo fue amigo del padre de Ramiro, sino que además comparte con él la pasión boquense, con el abono a un palco incluido. 

El corazón de los González Palazzo es azul y oro, como las conexiones de negocios y poder también. El fallecido padre camarista, Mariano, también actuó el Tribunal de Disciplina de AFA en nombre de Boca. Mientras que el hijo -Ramiro- tiene un jugoso negocio desde la época de Grondona, los intercomunicadores y aerosoles que usan los árbitros, gracias al vínculo de su padre con Julio Grondona.

Con todos esos antecedentes, Ramiro González Palazzo igualmente logró ganar la licitación del VAR con dos recursos importantes, uno muy válido y otro no tanto. El primero, difundir los malos (pésimos inclusive) antecedentes de sus competidores de la licitación. El segundo, que enojó a gran parte de los directivos de AFA, haber transitado pasillos poniendo en duda las cualidades de Federico Beligoy, el Director Nacional de Arbitraje, que es muy apreciado y valorado por la dirigencia.

Tres competidores con muchas falencias

La ocasión se presentaba como muy propicia para los interesados: la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) licitaba el VAR sin piso ni techo de precio. Desde un primer momento, se sabía que las ofertas podían estar entre los 3 y los 5 millones de dólares, una banda demasiado amplia, pero nada sorprendente para las desprolijidades con las que suele manejarse el fútbol argentino. Cuando se presentó el Pliego de Bases y Condiciones, llamó la atención que fuera sólo técnico, sin tener en cuenta el tema económico. Esa rareza fue interpretada como una mayor oportunidad para empresas internacionales con experiencia en el uso e implementación de este sistema de revisión de jugadas. 

“Vos sos Manaos, antes vienen Coca y Pepsi”, le dijeron a Ramiro González Palazzo cuando fue la AFA para avisar que iba a presentarse a la licitación, compitiendo contra la catalana Mediapro y la belga -nacida para el tenis- Hawk-Eye. “Además, vos sos la vieja AFA”, le recriminaron, a pesar que entonces contaba con 35 años (hoy dos más). Sin embargo, conocedor de los códigos y los recovecos de la Asociación del Fútbol Argentino, González Palazzo no se desanimó, y avisó que se presentaría de todas formas. Apostaba a que, en el peor de los casos, le tocara el premio consuelo de una parte del contrato.

La llegada a “Don Julio”, la hija de Bush, y el contrato que le bajaron a la mitad 

En la constitución de la empresa que le permitió su primer negocio importante con la AFA, Ramiro sólo aparece con su primer apellido: González. Reftel S.R.L. se constituyó el 19 de mayo del 2010, con él y María Eugenia González (que sería su hermana) como socios. Con un capital de apenas 12.000 pesos, y un duración de 99 años, la empresa que fundó González Palazzo ya tenía cerrado un negocio monopólico y ganado sin licitación: el intercomunicador y el aerosol que usan los árbitros. El joven empresario (entonces apenas 26 años) había llegado a Julio Humberto Grondona de la mano de su padre, el famoso camarista abonado a los palcos de Boca, que tenía cierta amistad con el histórico mandamás de la AFA y la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA). 

Algunos años antes, en diciembre de 2006, Ramiro González Palazzo había saltado a la fama como el joven dueño de una agencia de marketing que era novio de la hija del presidente estadounidense George Walter Bush, Jenna. Según las crónicas de la época, se los vio en la Bombonera (Ramiro es hincha de Boca) disfrutando el partido de los xeneixes contra Colón de Santa Fe. A contrapelo de su habitual perfil bajo, Ramiro se animó a unas declaraciones a la revista Caras: “Jenna es una chica diez puntos. No tengo palabras para definirla. Es humilde, sencilla, totalmente exenta de divismo”, aseguró el joven sobre la rubia estadounidense. La historia terminó a la semana siguiente, cuando la primera dama y madre de Jenna, Laura Bush, desmintió que su hija noviaba con un argentino e iba a pasar la Navidad con él. 

Muchas años después, sin glamour ni revistas del corazón en el medio, cuando transcurría la primera presidencia de Claudio “Chiqui” Tapia, González Palazzo fue llamado para renegociar el contrato para proveer intercomunicadores y el aerosol que marca dónde debe estar la barrera en los tiros libres. Del otro lado se encontró un duro negociador:  Alejandro Nadur, entonces tesorero de la AFA (ahora vocal) y presidente de Huracán.  “Tenemos que bajarte el contrato a la mitad”, le advirtió Nadur al joven del doble apellido. Intentó resistirse, pero finalmente entendió que era la mitad o nada, y aceptó. Reftel siguió siendo rentable. 

 
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