Pablo Díaz, de "La Noche de los Lápices", trabaja para empresario macrista
Ex detenido en el Pozo de Banfield, y preferido de Néstor Kirchner, ahora goza de una tarjeta corporativa sin límite de gastos, que le paga un empresario ultramacrista. La historia de Pablo Díaz, el sobreviviente de "La Noche de los Lápices", que hizo acto de presencia para el macrismo una semana antes del fallo de la Corte Suprema, que permite el “2 por 1” para sus antiguos torturadores.
Emblema de los Derechos Humanos, sobreviviente de La Noche de los Lápices, preferido de Néstor Kirchner, ex miembro del Movimiento Todos por la Patria (MTP); empleado jerárquico del empresario Marcelo Mindlin, y de reciente foto con María Eugenia Vidal, mientras su jefe hace de comprador de IECSA, la constructora del primo presidencial Angelo Calcaterra, y que antes fue de Franco Macri.
Todo eso, en sus casi 60 años de vida, fue y es el ambiguo y ubicuo –acomodaticio, dirán otros- Pablo Díaz. Se hizo famoso durante el Juicio a las Juntas Militares, cuando contó su caso y dio testimonio para el libro “La Noche de los Lápices”, que también originara la película. Siempre corrió mejor suerte que sus compañeros, también secuestrados en La Plata por pedir el boleto estudiantil gratuito.
En principio, a Pablo Díaz lo salvó de la desaparición física su pertenencia a una familia tradicional y bien vinculada de La Plata, que logró “declararlo” como detenido a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN). Distinta suerte, pues hoy siguen desaparecidos, corrieron Claudio de Acha, María Clara Ciocchini, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, Daniel Racero y Horacio Ungaro.
Junto a Díaz, también sobrevivieron a los centros clandestinos de detención –entre ellos el Pozo de Banfield y el Pozo de Quilmes- Gustavo Calotti, Patricia Miranda y Emilce Moler. Pero, libro y película mediantes, Pablo Díaz fue el famoso sobreviviente de La Noche de los Lápices. Una idea que le debe, en gran parte, al fallecido Eduardo Luis Duhalde, hombre histórico del peronismo, ex abogado de Montoneros y secretario de Derechos Humanos de Néstor Kirchner.
A partir de la democracia, Pablo Díaz vivió cómo y de lo que pudo, siempre en City Bell. En su derrotero político e ideológico, llegó a formar parte del Movimiento Todos por la Patria (MTP). Como si tuviera un Dios aparte, se salvó de formar parte –y morir en el intento- del ataque al Cuartel de La Tablada, ejecutado el 23 y 24 de enero de 1989.
El motivo por el cual Díaz salvó su vida fue más doméstico que ideológico. No se trató de un arrepentimiento, ni de cuestionar liderazgo o metodología algunos. Simplemente, la mujer no lo dejó salir de la casa, sabiendo o sospechando cuál sería su destino. Tan sencillo como eso: la mujer no le permitió abandonar su hogar.
Tras salvar su vida de manera providencial, Pablo Díaz estuvo vinculado a sectores de la izquierda y el peronismo. Pero sus tiempos de gloria, y de tranquilidad económica, llegarían con el kirchnerismo. “Néstor tiene la culpa del sobreviviente, por eso me quiere”, se jactaba con un gesto de cierta burla, cuando Kirchner era presidente o esposo de la presidenta. En aquellos años dorados del kirchnerismo, Díaz también cultivó su amistad con Rudy Ulloa, el pintoresco chofer de Kirchner, hoy casi escondido de la luz pública.
Gracias a Néstor Kirchner, Pablo Díaz recaló en la Subsecretaría de Energía Eléctrica. Desde allí, ayudó a Marcelo Mindlin a que le permitieran quedarse con Transener y Edenor, algo que supuestamente estaba vetado a un fondo de inversión como el que dirige Mindlin, entonces llamado Dolphin y hoy Pampa. Después, Díaz pegó el salto de su vida: se fue a trabajar con Mindlin.
En el grupo que comanda el empresario, que maneja dinero de Joseph “Joe” Lewis entre otros, Díaz fue operador político y mediático, directivo en Edenor, Transener, Edemsa, entre otras tareas que le aseguraron un nivel de vida y una tranquilidad económica que nunca había tenido.
A tono con su empleador, pero a contramano de su historia política, Díaz emprendió un veloz proceso de “deskirchnerización”. Hace alrededor de dos semanas –el 27 de abril-, cuando María Eugenia Vidal anunció la extensión del boleto estudiantil para los universitarios (aunque con restricciones que despertaron críticas), Díaz fue parte de la foto, algo que la gobernadora bonaerense exhibió con orgullo en Instagram. Sin reparar en la cara de extrañeza de quienes la rodeaban –entre ellos el ministro de Educación, Esteban Bullrich- y miraban al sobreviviente de “La Noche de los Lápices”.
Una semana después de eso, la Corte Suprema de Justicia de la Nación aprobó el “2 por 1” para los genocidas del terrorismo de Estado. En una medida que tiene mucho olor a apoyo del Poder Ejecutivo, y que algunos de sus funcionarios apoyaron explícita y públicamente. Por ejemplo, el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj.
Por supuesto, Pablo Díaz no abrió la boca. Ni lo hará. El sobreviviente de La Noche de los Lápices es director suplente en Edenor, y ocupa el mismo cargo en Pampa Energía. Con los sueldos que le paga Mindlin, y la tarjeta corporativa que tiene hace muchos años, sin límite de gastos, Díaz vive un buen pasar.
Su empleador, mientras tanto, es el empresario preferido del presidente Mauricio Macri, fuera del círculo de amigos históricos o parientes, como Nicolás Caputo o Calcaterra. Un estatus que Mindlin buscó con el kirchnerismo, con el “símbolo” Díaz como ariete, pero nunca consiguió. Y del que ahora disfruta y ejerce.
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