29 de Mayo de 2017 - 22:55

Ciudad: la urbanización de villas está parada, vínculan punteros con funcionario

Las constructoras se quejan porque no solo tienen pagos atrasados, sino que además no las dejan trabajar. Sospechas de una caja negra generada entre punteros políticos de las villas, y el funcionario de Habitat e Inclusión, Matías Alonso.

La urbanización de villas de emergencia, uno de los reclamos histórico del progresismo porteño, fue tomado como bandera por la administración de Horacio Rodríguez Larreta, e inclusive por el Gobierno Nacional, mediante el caso emblemático de la Villa 31, ubicada a metros de la Terminal de Ómnibus de Retiro.

Sin embargo, esta política que resultó exitosa en distintas ciudades del mundo, no encuentra curso de acción por vicios de la vieja política, que el partido de gobierno –PRO- dice rechazar. En las últimas semanas, creció el enojo de constructoras que son contratistas del gobierno porteño, porque el funcionario de la Subsecretaría de Hábitat e Inclusión (SECHI), Matías Alonso, les estaría trabando no solo los pagos, sino la continuidad misma de las obras. Alonso, que en la foto que ilustra esta nota aparece con Juan José Gómez Centurión (otro funcionario del partido gobernante en problemas), se jacta del manejo propio que tiene en la Subsecretaría de Hábitat y Vivienda (SECHI), y sus detractores dicen que está formando una especie de estructura paralela a la misma, con manejo de dinero y obras.

El modus operandi de Alonso se manifiesta, según diversas fuentes consultadas, por lo menos se da en la Villa 21/24, alias "Zabaleta", ubicada cerca de la cancha de Huracán; como también en la 1/11/14, que está en el Bajo Flores, frente al estadio de San Lorenzo. En la "Zabaleta", Alonso estaría combinando su accionar con un puntero político cuyo nombre es Nelson Tirao, quien maneja la cooperativa Barracas Sur.

Como suele ocurrir con empresas dedicadas a cambiar cheques, las cooperativas muchas veces operan como fachada para pagar menos impuestos, y encubren a un dueño que la maneja de principio a fin, y que obtiene los beneficios económicos. En el caso de Barracas Sur, la cooperativa manejada por Tirao, no solo se sospecha sobre esta modalidad; sino también la designación de personal que no está capacitado para realizar las obras de urbanización, y que en realidad accede a un sueldo como devolución de favores políticos.

Esto, además de fomentar viejas prácticas viciosas de la política, coloca la realización de obras en manos de personal no capacitado, algo que puede volverse una bomba de tiempo en las obras de mayor complejidad. Puede ser relativamente sencillo pintar una pared o cortar el pasto. Pero se necesita personal especializado cuando hay que realizar obras más complejas, como un tendido de agua y cloacas, la apertura y asfalto de calles, o la construcción de edificios que transformen cada villa en un barrio habitable.

En el caso de la Villa 21/24, el accionar de Tirao y su cooperativa impiden la realización de obras, por supuesto de un modo que no es el más elegante ni correcto. Y, además, complicidad mediante de las autoridades, impiden la realización de pagos para los contratistas que ya ganaron en licitaciones públicas el plan necesario para mejorar las condiciones de vida del asentamiento. De esta forma, existe una especie de doble estándar en la urbanización de villas porteñas. Por un lado, en las más visibles mediáticamente, como el asentamiento de Retiro, cada obra realizada es promocionada hasta el hartazgo en los medios de comunicación; mientras que en las villas más "escondidas", Alonso maneja los tiempos a favor de sus amigos, sin pensar en la calidad de vida de los vecinos.

 

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