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Entre el anuncio de su nombramiento, y el juramento como ministra de Economía, Silvina Batakis vio cómo la jornada financiera marcaba una fuerte devaluación tanto en el dólar Blue (llegaron a pedirse 300 pesos, contra los 239 del viernes, aunque cerró más cerca de 275) como en los financieros. Quizás por ello, o por propia convicción, luego de jurar declaró que "creo en el equilibrio fiscal como parte de la continuidad del programa económico que delineó el presidente Alberto Fernández", a la vez que prometió una mirada federal que permita un crecimiento del empleo, las exportaciones, el ingreso de divisas y la revalorización de la moneda local.

Antes de eso, Batakis cumplió con el protocolo de los últimos años, reunirse con el antecesor en el cargo, a tal punto que hasta Axel Kicillof y Alfonso Prat-Gay lo hicieron sobre finales del 2015, cuando ya Mauricio Macri había ganado las elecciones presidenciales. "La Griega", como se la conoció cuando era ministra bonaerense, durante la gobernación de Daniel Scioli, cumplió con la foto y reunión con Guzmán. 

Pero, a la vez, en su primer día en el cargo mostró algo que el ex alumno de Stiglitz nunca ejerció con entusiasmo: mostrar intentos de coordinación política y macroeconómica. Batakis, en su asunción, agradeció al presidente, pero también a Cristina Fernández de Kirchner, a Scioli y al ministro del Interior, Wado de Pedro. Por otra parte, mantuvo reuniones, convenientemente difundidas con fotos respectivas, con el ministro Scioli y el presidente del Banco Central, Miguel Angel Pesce, Este último es quien se la recomendó al presidente, que luego consensuó su nombramiento con la vicepresidenta, pero no con Sergio Massa.