Elvira y Ernestina esconden majestuosos paisajes y edificios
A menos 200 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, existen dos pueblitos embellecidos por su arquitectura, su gente y su cultura. Te recomendamos dos escapadas imperdibles para disfrutar durante el fin de semana.
Las escapadas cortas por la provincia pueden resultar muy gratificantes para quienes desean salirse de la pesadez de la rutina y destrabar algunos problemas que se forman en medio del barullo de la urbe porteña.
A pocos kilómetros del centro de la Ciudad de Buenos Aires existen muchos lugares de interés que se recomiendan para recorrer en sus paisajes naturales, calles, edificios o festividades, muchas bellezas y grandes historias. En esta oportunidad, los pueblos que cobrarán protagonismo en esta nota son Elvira y Ernestina, ambos situados a menos de 3 horas del Obelisco y con más de 100 años de antigüedad.
Elvira es un pueblo ideal para realizar turismo de un día y sentir que se está viajando en el tiempo. Se trata de una localidad situada en el partido de Lobos, provincia de Buenos Aires, a 38 kilómetros de su localidad de cabecera y a 143 kilómetros de la city porteña.
El pueblo nació en 1898, con la finalización de la construcción del ramal Empalme Lobos a 25 de Mayo. Fue bautizada con el nombre de “Elvira” en honor a la propietaria de los campos y las tierras del lugar en que se construyó la misma: María Elvira Carboni de Díaz Romero.
Alrededor de la ex estación de tren, reconvertida en biblioteca popular y cuidada con cariño por los pocos pero orgullosos habitantes, se construyeron hermosos caserones. No obstante, recién en 1949 se realizó el trazado urbano, de acuerdo con el sitio web Conocé la provincia.
Elvira es una localidad situada literalmente “en el medio del campo”. Sobre los inmensos terrenos de verde, se distribuyen pequeñas casas, la biblioteca popular, el club Unión Deportiva Elvira, una escuela, una iglesia, y otros edificios con bellas fachadas que alegran cualquier paseo.
Elvira posee una cuenta de Instagram muy activa, “@Elviraesmipueblo”, donde realiza anuncios de su localidad, como campañas de vacunación contra el Coronavirus o fiestas rurales para invitar a turistas a conocer la maravillosa gente y fachada del pueblo.
Ahora es momento de hablar de Ernestina, otra localidad bonaerense con mucho para contar a sus vecinos de ciudades lejanas. El pueblo pertenece al partido de 25 de Mayo, al límite de Lobos. Se encuentra a 80 kilómetros de la ciudad de cabecera (25 de Mayo) y a 160 kilómetros de la ciudad porteña.
Ernestina le da la bienvenida a sus visitantes con un precioso boulevard de dos cuadras, repleto de enormes palmeras Phoenix Canariensis traídas desde las Islas Canarias a fines del siglo XIX, en la misma época en que se plantaban en la Plaza de Mayo. Además, las miradas se pierden entre los pintorescos naranjos que decoran cada vereda.
De acuerdo con las habladurías y registros de quienes vivieron en Ernestina o tuvieron familiares que lo hicieron, el pueblo habría nacido en 1896, el año en el que llegó el primer tren a la estación. Lamentablemente, ya no lo hace más. Su nombre se debe a Ernestina Gándara Caseres de Keen, esposa del terrateniente que fundó el pueblo, Enrique Keen.
Asimismo, se dice que el hermano de Enrique, Jorge, fue quien fundó el pueblo vecino de Pedernales, a solo 7 kilómetros. Se rumorea que éstos eran hermanos irlandeses que cambiaron su apellido y se hacían pasar por ingleses para no pasar problemas por el conflicto bélico que se desató entre Irlanda e Inglaterra. Luego de instalarse en Buenos Aires y abrir sus respectivos negocios, les fueron cedidas esas tierras con la condición de cultivarlas y poblarlas.
Uno de los rumores más populares de la localidad está relacionado con el asfalto de la calle principal, alrededor de 1925. Se decía que por aquel año, los hermanos Keen acondicionaron la vía a la esperaba de la visita de un ilustre: el por entonces Príncipe de Gales, luego rey del Reino Unido, Eduardo VIII. Sin embargo, las aguas se dividen cuando se indaga en este hecho tan puntual e histórico del pueblo.
Por un lado, están los vecinos que sostienen que el príncipe, que viajaba en tren hacia la estancia Huetel, detuvo su marcha en Ernestina para caminar por sus calles; y por el otro, quienes niegan rotundamente esa versión y afirman que en realidad nunca puso un pie en la estación.
El Dr. Fernando Terrizzano, ciudadano de Ernestina desde hace más de 80 años, opinó sobre estas habladurías: “En realidad el príncipe nunca bajó en el pueblo; es un mito, una historia mal contada”, explica, y sigue: “Según mi viejo, que en 1925 recién se instalaba aquí como el médico del pueblo, el príncipe pasó en el tren, pero... borracho; se sabe que pasaba gran parte del tiempo en ese estado", agregó.
Finalmente, Terrizano, dueño de una “pulpería” de la localidad, ratificó que es cierto que el príncipe viajó hacia Huetel, “la estación que estaba dentro de la estancia, desde donde mandó una foto en la que, montado en un caballo, saludaba al Dr. Keen, que era dueño de estas tierras”, pero resaltó que “en realidad nunca bajó en Ernestina”.
El pueblo tiene muchos sitios de interés para visitar en una tarde, como el mítico y hermoso Teatro Argentino, inaugurado en 1938. Hoy en día se encuentra abandonado, pero su fachada conserva la hermosura de sus mejores épocas. Se destacan sus 200 butacas –demasiadas para la cantidad de habitantes actuales-, una fosa para la orquesta, una escalera para el apuntador, y una acústica digna de un gran teatro lírico.
Se puede hacer turismo de a pie y conocer el viejo colegio pupilo Enrique Keen, el cual funcionó hasta la década de 1990, cuando la congregación de monjas que lo tenía a cargo marchó del pueblo. Se sugiere también conocer la hermosa iglesia neogótica del pueblo. Por último, también se puede disfrutar de un almuerzo o tarde de picnic frente a la Laguna Salada.