Exclusivo: López Mena se llevó su yate, hizo lobby en la Rosada para evitar multa
El dueño de Buquebús, tras la nota de Minuto de Cierre, se llevó´su yate "Doña Francisca" de Puerto Madero. Según las normas aduaneras, le corresponde el decomiso y multa por tres veces su valor. Juan Carlos López Mena hizo "lobby" en la Casa Rosada para evitar estas medidas.
El barco estaba a la vista de todo el que caminara por el Dique 4 de Puerto Madero. Ostentoso desde el tamaño, con sus 52 metros de eslora era el más grande de las embarcaciones allí amarradas. Pero había un problema: como estaba varado ahí desde abril, simulando ser una nave de paso, configura el delito de contrabando, de acuerdo a lo que señala una investigación interna de la Aduana. La nota de Minuto de Cierre que destapó el tema (http://www.minutodecierre.com/nota/2018-7-4-14-24-0-el-lujoso-yate-del-dueno-de-buquebus-que-esta-varado-y-puerto-madero-e-investigado-por-contrabando) produjo un tema inmediato: esta mañana, el excéntrico millonario se llevó su barco nuevamente a Uruguay.
Pero, en lugar de analizar la investigación aduanera que hay en curso, López Mena habría apelado a una argentinada clásica: "rosca" y "lobby" para saltear las normas. Según averiguó Minuto de Cierre, López Mena estuvo haciendo contactos en la Casa Rosada para ver cómo podía solucionar el tema. "Doña Francisca" estaba varado en el Yacht Club de Puerto Madero desde abril, y el propio López Mena lo usaría casi como una vivienda personal, para lo cual está perfectamente preparado: una habitación principal de 36 metros, baño en suite, tanque de agua superior a 5.000 litros, suites para invitados, entre otros detalles de categoría.
De acuerdo a la documentación a la cual accedió Minuto de Cierre, que se exhibe fotográficamente en esta nota, el lujoso velero es de Los Cipreses S.A., una firma de la cual López Mena es presidente (y seguramente dueño); y a su vez, esta empresa le firmó un poder especial y absoluto al capitán de barco uruguayo Nicolás Dupont Carlevaro, quien habitualmente trae el velero a la Argentina y luego vuelve a su país de origen. De esta forma, un barco que es usado por su dueño argentino, y que pasa en Buenos Aires la mayor parte de su tiempo, paga impuestos en Uruguay y tiene bandera de ese país.
Es decir, simula ser el barco de un viajero, pero su dueño es un ciudadano argentino. Al entrar como una especie de mercadería en tránsito, configuraría el delito de contrabando. Por ahora hay una investigación administrativa de la Aduana, que el titular del organismo -Diego Dávila- debería acelerar. No hay causa judicial, pero alcanzaría con un fiscal de oficio con buena voluntad para iniciarla.