"Dios ha dispuesto que muera en Malvinas cumpliendo con mi misión"
La breve carta que el teniente Estévez escribió el 27 de marzo de 1982, días antes de partir para las Malvinas y dos meses antes de morir en combate, a su papá
Texto completo de la breve carta que el teniente Estévez escribió el 27 de marzo de 1982, días antes de partir para las Malvinas y dos meses antes de morir en combate, a su papá
Sarmiento, 27 de marzo de 1982
"Querido papá:
"Cuando recibas esta carta, yo estaré rindiendo cuentas de mis acciones a Dios Nuestro Señor. El, que sabe lo que hace, así lo ha dispuesto: que muera en el cumplimiento de mi misión. Pero, fijate vos qué misión! ¿No es cierto? ¿Te acordás cuando era chico y hacía planes, diseñaba vehículos y armas, todos destinados a recuperar las islas Malvinas y restaurar en ellas Nuestra Soberanía. Dios, que es un Padre generoso, ha querido que éste, su hijo, totalmente carente de méritos, viva esta experiencia única y deje su vida en ofrenda a nuestra Patria".
"Lo único que a todos quiero pedirles es: que restauren una sincera unidad en la familia bajo la Cruz de Cristo. Que me recuerden con alegría y no que mi evocación sea la apertura a la tristeza. Y, muy importante, que recen por mí"
"Papá, hay cosas que en un día cualquiera no se dicen entre hombres, pero que hoy debo decírtelas: gracias por tenerte como modelo de bien nacido, gracias por creer en el honor, gracias por tener tu apellido, gracias por ser católico, argentino e hijo de sangre española, gracias por ser soldado, gracias a Dios por ser como soy, y que es el fruto de ese hogar donde vos sos el pilar".
"Hasta el reencuentro, si Dios lo permite. Un fuerte abrazo. Dios y Patria o Muerte. Roberto"
Eran 6.30 de la mañana del 28 de mayo de 1982. Cielo cerrado y mucha oscuridad en pradera del Ganso, en el extremo nordeste de la isla Soledad. Los 40 hombres de la compañía C del Regimiento 25 de Infantería de Colonia Sarmiento, Chubut, al mando del teniente Estévez, se preparaban para relevar a la compañía A.
"A las 5.30, los ingleses habían tomado posiciones más altas y nosotros, unos 40 hombres, nos desplegamos en abanico y nos refugiamos en unas trincheras. El fuego comenzó a una distancia inferior a los 200 metros. Nosotros quedamos en el medio de un tiroteo entre los ingleses y otro regimiento argentino a nuestras espaldas. Nos llegó la orden de preparar el armamento. La idea era salir de madrugada el 28 de mayo para contraatacar a los ingleses, que ya se habían replegado. "Le pedí a Dios que no me dejara morir", contó el soldado Sergio Daniel Rodríguez, apuntador de ametralladora pesada
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