La revolución financiera libertaria: brecha cambiaria negativa
En el sprint final hacia los comicios de octubre, el gobierno explora mecanismos financieros para sobrevivir y ganar la pulseada a un mercado tan indómito como voraz. Las peripecias del frente cambiario y la proyección 2026.
Por Marco Esdras
La brecha negativa significa que sobran dólares. Justamente, la historia y los manuales de texto nos indican que el mercado negro y el desabastecimiento se imponen cuando una mercancía es escasa. Y como bien asevera el presidente Javier Milei, la moneda es una mercancía.
Se sabe que los dólares del colchón, los dólares off shore y los dólares procedentes de ilícitos y de sobrefacturación siguen escondidos pese a la vociferación del gobierno respecto a las bondades de los blanqueos sucesivos.
La informalidad de la economía argentina va in crescendo y tiene sentido dentro de la lógica libertaria donde se preconiza la abolición del estado y, va de suyo, de todas sus regulaciones y estafas (léase señoreaje, impuestos, leyes…) La bendita desregulación tendrá su clímax en los albores de 2026 teniendo como sublime ejecutor y protagonista al Dr. Federico Sturzenegger.
El billete se ofrece más de lo que se lo demanda. Este fenómeno es circunstancial y siempre está sujeto a los vaivenes de la economía real. Operaciones como “Back to Back” intermitan el ejercicio de la rueda operativa de cuevas y círculos más sofisticadas de operaciones financieras (hoy potenciadas por el mantra cripto). “Entro, salgo, reboto, exploto”, con esas 4 palabras resumía un financista de Barrio Parque el devenir que se observa en una plata que tiene como Uruguay el trampolín hacia Suiza, Liechtenstein y las islas de los canales del Mar del Norte (dependiendo de la escala de operaciones, el monto y las necesidades particulares de protección y anonimato).
El mercado blue se redujo al 50 % de sus operaciones desde la unificación cambiaria. El ejercicio de los rulos se minimizo. Aún faltan liberar mecanismos de regulación por parte de la CNV y el BCRA, pero la generación de ganancias espurias tiende a reducirse. Siguen existiendo vectores del mercado donde el arbitraje es asequible y con márgenes conspicuos. Lo cierto es que es que son lapsus que deben aprovecharse in limine. La UIF parece, de momento, haber quedado como un ente abstracto y sin funciones. Sin embargo, la Ley Penal Cambiaria sigue en plena vigencia. Magistrados y Fiscales lucen expectantes frente a inminentes causas a sustanciarse. Hay que ser rápido de reflejos y la responsabilidad penal acucia.
El laboratorio BCRA está probando múltiples recetas quizás un poco al “tun tun” con el objeto de domar la tasa de interés que detenga al apetito dolarizador y a la vez captar a la miríada de pesos que andan deambulando y alborotando al mercado monetario.
Que ocurriría si se compraran dólares en el mercado blue y a posteriori se vendieran en el mercado formal. En forma iterada, claro está. Si fuera una sola vez, sería una manera ingenua pero eficaz de lavar dinero. Son vasos comunicantes que se “arbitrarían” aumentando los depósitos en dólares, los encajes en moneda extranjera y, por relación transitiva, las reservas del BCRA.
El escenario actual guarda una singular semblanza con el que supieron asir el tándem Sandleris Dujovne con tasas del orden del 90 % y parámetros de una base monetaria fija y hasta decreciente, tras el fracaso de Sturzenegger (el segundo al hilo en su paso por la Administración Central con la ejecución de la Regla de Taylor y el “inflation targeting”).
El Gobierno pugna por ejecutar privatizaciones de empresas públicas y colocaciones de Obligaciones Negociables que de acá a marzo de 2026 le dejen al menso Usd 20.000 millones. La solución la va a seguir buscando por la Cuenta Capital y nunca por la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos. A pesar de que hoy día hace blandir la bandera de que el tipo de cambio real lo favorece en el contexto internacional (hace unos meses esa macrovariable resultaba irrelevante).
Para resumir, privatizaciones, reforma del estado y baja en riesgo país permitirá al gobierno ganar las elecciones en octubre y salir a captar cuantiosas divisas en los albores de 2026 vía colocación de nuevos bonos.
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