26 de Septiembre de 2025 - 16:31

La diarquía de Argentina y el fantasma de la Casa Blanca

Por Marco Esdras

Argentina, en teoría un país soberano con autodeterminación en el concierto de las naciones, es gobernada directamente por su presidente y sincrónicamente por las diatribas anticomunistas dictaminadas por los EE. UU. La disciplina imperialista aplicada directamente sin escrúpulo alguno. Ya ni se simula cierta vigilancia o supervisión: se trata de un control directo de un aliado estratégico que, entre otras cosas, es coautor de la destrucción industrial vernácula. Donald Trump y Javier Milei encarnan la Diarquía en la República Argentina. 

 

Así, el Primer Mandatario estadounidense se vanagloria en decir que apoya a la Argentina, pero en rigor de verdad no le importa su desarrollo científico, industrial y mucho menos la salud, la educación ni la pobreza estructural. En materia industrial pone aranceles que grava al acero con una alícuota del 50 %. 

Ni en la Logia de Lautaro, ni en la mente del mismísimo General San Martín iban a germinar esta clase de ideas “colonialistas”. 

Un Gobierno Argentino que hacía jactancia de haber construido completamente su programa ante el FMI, en esta semana rindió genuflexión y abrió el seno más íntimo de su poder a la Casa Blanca.

Tal resultó así que hasta el Departamento del Tesoro de EE. UU se permitió declarar sobre las exenciones fiscales. Es decir, una potencia foránea tiene plena injerencia en el diseño de la política fiscal y monetaria de la República Argentina. Estamos en la puerta de una intromisión que compromete no sólo al gobierno de turno actual del país sudamericano sino también a vastas generaciones venideras.

Causa escozor cuando uno analiza la sostenibilidad del círculo vicioso del endeudamiento ya no sólo ante el FMI y los bonistas, peor aún ante un gobierno hegemónico que pretende esquilmar los recursos de la Argentina desde imponer bases militares, participar y decidir sobre aspectos estratégicos como la energía nuclear. 

Evidentemente Argentina es el escenario elegido para disputar la nueva Guerra Fría entre China y los EE.UU. Es una situación analógica a la del “Gran Juego” disputado entre el Reino Unido y la ex URSS en territorios del Asia Central durante el siglo XIX. Una silenciosa guerra de indochina tal como la llevada a cabo por el Imperio Francés que decantaría en la calvarie de Vietnam.

La planificación norteamericana en la República Argentina tiene premura puesto que desde los halcones del Capitolio no quieren tener que lidiar con siquiera algún atisbo izquierdista. Para tal propósito hasta el ala más conservadora del partido republicano está dispuesta a usar el Fondo de Estabilización Cambiaria y el SOMA (recursos del Departamento del Tesoro que actúan como colateral de la emisión monetaria de la FED). 

EE. UU está diseñando una suerte de Plan Marshall para derramar sobre la economía argentina. El ejercicio supone el andamiaje de un plan estratégico supino que pocos países han permitido su puesta en marcha. Estas prácticas hacen recordar, entre otras cosas, cuando se creó la “Escuela de las Américas” en 1946 en Panamá con el propósito de formar cuadros militares para que conjuren contra las democracias del Cono Sur. Luego se podrían ejemplificar acciones concretas tales como la invasión de Granada en 1983 y la injerencia en Panamá primero entronizando al General Noriega (criatura de la CIA) y luego derrocándolo en 1989 cuando George Bush asumió en la Casa Blanca. 

Ahora bien, retornando al caso argentino, muchos recuerdan el capítulo de “las relaciones carnales” auspiciado por el difunto expresidente Carlos Menem y, hoy se preguntan acaso, si Javier Milei no está directamente emulsionado por un tratado de entrega sin límites. A tal propósito, las bases ya están sentadas y las actividades son vertiginosas esperándose un anuncio sin precedentes para el miércoles 15 de octubre donde en Washington DC, Javier Milei y Luis Caputo suscribirán documentos cuya preparación está en ciernes.

 

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