23 de Diciembre de 2025 - 18:11

El síndrome del bolsillo vacío

Hay quienes se preguntan si el éxito que el Gobierno autoproclama se correlaciona con el bienestar del pueblo. Las dudas, lejos de desvanecerse, se acrecientan día a día. Salarios reales estáticos frente a una constante suba de precios arroja como resultante un deterioro en la calidad de vida y en la salud mental de la ciudadanía.

Por Marco Esdras

Tras la fantasía de las Fiestas de Fin de Año, que funcionan como un oasis en un bioma de carestía, aparece un mes de enero que será largo con la expectativa de cómo el nuevo esquema cambiario repercutirá en la canasta básica. Los supermercados y los bancos tuvieron muchas dificultades para ponerse de acuerdo en consensuar ofertas y promociones. Cuando los márgenes se estrechan no hay cómo sostener el esquema del negocio. Por el lado de los costos, se aprecia una fuerte reducción (tanto en variables como fijos) pero el principal problema estriba en que se hace muy cuesta arriba estimular los ingresos operativos. Los Mark ups se resienten frente a la mengua de productividad. 

Las clases altas y bajas están avizorando que los ingresos pierden valor. Los “rentistas” aguardan silenciosamente para ver que palanca mover (huir del real estate, timbear unos meses en la Bolsa y repatriar el dinero a fideicomisos off shore). Continúan saliendo fondos del sistema pese a que los rendimientos en dólares son interesantes. “El problema no es la oferta ni la demanda: es la estructura y un gobierno que peca de indefiniciones. Blandir las banderas del anarcocapitalismo no funciona como una garantía de mejoras”, explicaba un industrial bonaerense.

El Gobierno dice sentir e interpretar el pulso de la población, pero la percepción de los argentinos no sería la misma. Estudios de campo marcan que Javier Milei tiene el voto para gobernar porque la gente abomina al Kirchnerismo y quiso elegir un camino novedoso. Ese mismo relevamiento concluye en que el conformismo de los encuestados podrá sobrevivir en tanto se mantenga cierta estabilidad. Este fenómeno de “estabilidad” estaría cifrado por el tipo de cambio, la inflación y el mercado del trabajo. Las 2 primeras macro variables tendrían un manto de seguridad al menos durante 2026 sujetas a determinados movimientos nada minúsculos: El Banco de Japón subió su tasa de referencia al 0,75 % (su nivel más alto en 30 años), aspecto que amenaza la fortaleza del dólar y por relación transitiva atiza una devaluación del peso argentino. A la par, la FED hace un movimiento contrario y predica tener en mente reducir la tasa de los Federal Funds un 1 %. Mientras tanto, la libra y el yen toman fuerte frente a un dólar en caída libre. 

El mercado de trabajo argentino presenta una situación peculiar: los empresarios cada vez pagan menos, pagan fuera de fecha y gran parte de los haberes los abonan “por debajo de la mesa”. A eso se le agrega la incertidumbre de que por la caída del nivel de actividad los trabajadores viven una situación de angustia y zozobra. 

Si uno observa el mercado laboral de los EE. UU, paradigma que abona Javier Milei, existe un alto índice de rotación del personal y son pocas las personas que reúnen los requisitos para aplicar a una hipoteca. En concomitancia, se observan una cantidad considerable de “homeless” y cuantiosos casos de personas con patologías de salud mental. 

 

La “Macro” prevalece sobre la “Micro”

En la microeconomía se observan pérdida de empleos, aumento de la capacidad ociosa instalada y aún no han impactado los incrementos en los precios de energía que se prevén.  Los cuentapropistas no pueden reajustar sus precios y los presupuestos “tardan en ser aprobados o se caen directamente”. “Hablan de monetizar la economía con dólares y nadie confía. Subieron los encajes a niveles récord, así es imposible remonetizar”. 

En la víspera de Navidad comprar juguetes para los niños se volvió un verdadero lujo. La apertura indiscriminada de las importaciones mató a la industria. Es imposible competir con China. 

La combinación de un tipo de cambio real no acorde con la productividad fue un problema del pasado, por lo que las autoridades buscan avanzar con reformas en el Congreso que posibiliten aumentar la productividad. Por eso se volvió más exigente que nunca cumplir con los compromisos vigentes con el programa del FMI. 

A partir de lo señalado, Caputo ha decido hacer la “salomónica”. Esto es dosificar la devaluación: el dólar en marzo cerraría en $1.627 (con inflación de 1,9 % en enero); en abril en $1.655 (con 1,7% en febrero); en mayo en $1.685 (con 1,8% en marzo); en abril $1.711 (con 1,6% en abril). 

Por su lado, el INDEC informó este lunes que el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) se contrajo 0,4% respecto de septiembre. Vale recordar que, a partir de un ajuste (habitual) realizado en los valores de la serie desestacionalizada, el indicador había arrojado variaciones positivas en el tercer trimestre, lo cual evitó la recesión técnica. 

El EMAE es un estimador mensual que anticipa la evolución del Producto Interno Bruto trimestral y anual. Cuando el EMAE cae de manera persistente, el PIB termina reflejándolo con rezago. Por eso, una corrección en el EMAE no solo ordena el presente estadístico, sino que condiciona el crecimiento informado del PBI más adelante.

Lo paradójico: en un programa de gobierno donde el enemigo a aniquilar es la inflación, hoy día una mayor inflación agradaría al FMI, aunque ningún integrante del staff ni del Board lo manifiesta expresamente. ¿Por qué? Porque a mayor tasa de inflación mayor tasa de devaluación que es lo que viene exigiendo Kristalina Giorgieva.  He aquí donde se ponen flagrantemente de manifiesta la yuxtaposición de programas: del FMI y del Gobierno. Este desencuentro, hoy disimulado por gestos adustos pero protocolares, será motivo de una reformulación intensivo del programa. No olvidar que al FMI le interesa que su principal acreedor no deje de pagarle. 

Lejos quedó la Teoría Monetaria de Milei sobre la deflación y su aplicación práctica. Otra abstracción que quedó levitando en las penumbras fue la implementación de los postulados de la escuela austríaca. 

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