27 de Junio de 2025 - 16:15

La mantícora de la libertad

Javier Milei abandona a la Escuela Austríaca y revive a Keynes. Una deflación en dólares que no asoma, una productividad que no despierta y el desenlace abierto para el valor del dólar. El presidente cae dentro de una falacia del teórico que más detesta: la "ilusión monetaria". 

Por Marco Esdras

Una vez finalizado el plan de estabilización, etapa ya concluida en función a lo declarado por el presidente de la República, es el momento propicio de iniciar el plan de crecimiento. Como dato alentador surge el crecimiento del PBI interanual en 5,8 % en términos reales. Como dato de preocupación surge el aumento en la tasa de desempleo.

Si no comienza a relajarse el nivel general de precios medido en dólares va a persistir el problema de no ser competitivos desde lo micro hasta lo macroeconómico. Claramente resulta más perjudicial ser caro en dólares que en pesos. Sin embargo, la realidad financiera luce más apremiante de lo esperado. El mercado de pesos es estrecho y las tasas de interés son altas. Si a eso se le suma los desarbitrajes persistentes con los yields en dólares, el resultado es un riesgo cambiario ascendente.

Argentina hace tiempo dejó de ser un destino atractivo para el turismo foráneo como así también para la radicación de inversiones extranjeras directas. Esta onerosidad difícilmente pueda ser atenuada por una reducción (por más agresiva que sea) de gravámenes impositivos.

La inflación en dólares implica una burbuja de empobrecimiento. Es decir, manteniendo un tipo de cambio apreciado, el PBI per Cápita resulta alto y dibuja falsamente un incremento en los ingresos reales en términos de la intertemporalidad. Es una manera de crear riqueza ficticia. Aunque mal que le pese al Primer Mandatario está incurriendo en una falacia keynesiana conocida como “ilusión monetaria”. Si bien en la evidencia empírica los saldos reales se están contrayendo (producto de una Base Monetaria fija y de una inflación persistente), la dolarización de los ingresos de los deciles medios es una realidad palmaria y flagrante. Esto podría significar un aumento patrimonial presente de los factores productivos de mayores ingresos en detrimento de los ingresos futuros de esos mismos agentes. Dicho en términos criollos y llano: “Es Pan para hoy y hambre para mañana”. Hasta peor aún existe el riesgo que al final del camino el resultado sea de pésima si los agentes económicos no son rápidos de reflejos en la toma de decisiones.

Mientras tanto el lobby de los mercados acompaña la gesta libertaria como otrora acaecía con los Golden Boys de Wall Street y el menemismo de los 90. A pesar de ello la prima de riesgo país tiene una resistencia en torno a los 650/700 puntos básicos.

Se podría decir que le han quebrado el saque al Primer Mandatario particularmente en su exposición y puesta en práctica de su Teoría Monetaria y más íntimamente en lo vinculado a sus consideraciones en torno a la Teoría Cuantitativa de la Moneda. En varios de sus discursos ha enseñado que el dinero es una mercancía más y que si se reduce su cuantía en circulación ello redundaría en una deflación. No obstante, los mercados y los organismos de crédito multilaterales parecieran ejecutar otra partitura en torno a la dinámica de la política monetaria. La resultante es la sensación de que Javier Milei se ha quedado solo en el concierto de las naciones pugnando por una deflación que pareciera no llegar en pesos ni en dólares.

A la par, el kick off del plan de crecimiento luce como otra asignatura pendiente y la definición de no poner el énfasis en exportar para evitar que se escurra el ahorro interno termina incurriendo en otra falacia keynesiana de la “Paradoja de la Frugalidad”.

Empero, en despachos del Palacio de Hacienda discurren papers donde se permiten acentuar que el camino de la victoria tiene su fundamento en el ingreso de divisas a través de la Cuenta Capital mientras que el déficit de la Cuenta Corriente, lejos de ser una preocupación, se corregirá por añadidura como un subproducto del éxito del plan económico: ¿de estabilización o de crecimiento? En efecto se pone arriba de la mesa el análisis de la elasticidad Tipo de Cambio-Exportaciones Netas versus la Elasticidad del Tipo de Interés-Flujos de Capitales. Y, entre derivadas y medialunas, arriban a la conclusión de otorgarle preeminencia a que el influjo de capitales será el ancho de espadas para ganar la partida.

Mientras tanto entre el sector público y el privado se lanza una lucha de esgrima por los escasos pesos que deambulan en el mercado. Lo cierto es que, si la tasa de interés se posiciona por encima de la tasa de crecimiento real, el programa del FMI tenderá a derrocarse y a fagocitar cualquier resultado positivo eventualmente obtenido. Esto será porque complicará sobremanera la curva de deuda en pesos y le otorgará un sesgo recesivo e inflacionario al programa (Sí, una vez más) y decantará en que Argentina deberá enfrentar en el corto plazo inconvenientes en poder honrar en tiempo y forma sus compromisos crediticios.

Al cierre de edición el Poder Ejecutivo seguía haciendo malabares para recomponer reservas y el ojo del huracán se centra en Washington DC donde quizás sea la hora de que Scott Bessent mueva la palanca para empezar a activar una línea contingente en favor de la República Argentina. Todo ello con la premura que requiere el vencimiento de las facultades delegadas previsto para el 8 de julio.

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