03 de Mayo de 2024 - 21:59

Hasta dónde el BCRA podría bajar la tasa de interés

El BCRA está sobrecargado de pesos y le urge alivianar su trajinar diario. Los alcances de su política monetaria y la función de los bancos comerciales

Por Marco Esdrás

En esta semana se ha despertado el interrogante respecto de hasta qué valor el BCRA tiene margen para bajar la tasa. Hay quienes afirman que las tasas podrían llegar hasta 0 % y hasta darse el surgimiento de tasas nominales negativas. 

Mientras tanto el Gobierno perfila su programa monetario, su política cambiaria y su plan de estabilización en el marco de conversaciones de un nuevo programa con el FMI. A su vez renegocia el swap con China y sigue sumando reservas netas. 

Milei va a aprovechar el ciclo económico contractivo (según el programa del FMI una caída del PBI del 2,8 % en 2024) para continuar bajando la tasa de política monetaria hasta que la base monetaria equivalga al 1 % del PBI (incluso menos). Esa razón llegó a arañar el 10 % durante el gobierno de Alberto Fernández. Hoy el nivel de la base monetaria está en el rango del 2,5 % del PBI.

El Gobierno se muestra en las antípodas del helicóptero monetario virando hacia un “submarino monetario”. Esto supone aspirar todos los excedentes monetarios que el gobierno anterior dejó en potencial multiplicados por cinco. Este submarino monetario destierra conceptos keynesianos tales como la “ilusión monetaria” o la “paradoja de la frugalidad”. En cambio, aboga por minimizar el stock de pasivos monetarios del BCRA (base monetaria y pases) y poner en marcha al ahorro (variable macroeconómica deteriorada desde hace al menos 30 años). Sin un ahorro creciente se advierte cierta esterilidad del crédito más allá de las intenciones del “crowding in” propiciado por el Gobierno (del orden 15 % del PBI). 

La tasa de interés va a ser reducida por el BCRA hasta que la tasa de arbitraje en dólares lo permita. En ese sentido se observa celeridad en la autoridad monetaria por bajar la tasa de política monetaria a gran escala. En otras palabras, mientras no se avizore una eventual corrida cambiaria habrá margen para poder comprimir a los agregados monetarios

Un drama es poder conciliar el enfoque monetarista con el de la Escuela Austríaca. La tesis monetarista defiende la teoría según la cual hay que fijar reglas de crecimiento monetario para el banco central. Es decir que pretende estipular un ritmo de incremento de la base monetaria que acompañe la expansión del PBI. En contraposición ciertos postulados austríacos propugnan por la abdicación del Banco Central y la consecuente abolición del señoreaje.

Este modelo bancario implica que las entidades financieras se enfrenten a una audaz competencia por fijar las óptimas tasas de préstamos y depósitos con el sistema de precios como eje rector. Se pone el énfasis en la productividad marginal de los factores productivos.

Milton Friedman le dio continuidad y profundizó el estudio de la teoría cuantitativa de la moneda, aspecto controvertido en el afán de conciliar posturas y cuestiones metodológicas con el manual libertario del anarcocapitalismo. Para el ideario del presidente Milei dicha teoría es una de las falacias fundamentales de la economía moderna. Por empezar, la ácida crítica tiene que ver con que no hay manera de estimar en modo fehaciente la velocidad de la circulación monetaria. Además, critica el modo en que se determina el nivel general de precios por no contemplar el enfoque de la preferencia intertemporal (consumos presentes vs futuros). 

En el escenario teórico argentino de hoy conviven tres posturas frente a la definición de la política monetaria:

a) el modelo austríaco

b) el marco monetarista

c) tesis del FMI.

Sobre el modelo austríaco y, en particular anarcocapitalista, no se halla registro en el mundo de algún banco central trabajando bajo ese lineamiento (por ese motivo el objetivo sería eliminarlo). En ese sendero, la meta de máxima sería converger hacia una deflación signada por el crecimiento de la productividad.

Mientras tanto, el FMI recoge una síntesis keynesiana y monetarista dentro de sus manuales validando virtuosamente la manipulación de la tasa de interés como una herramienta efectiva de la política monetaria. 

Frente a todo lo expuesto, existen economistas quienes enuncian que no hay piso para la tasa de interés. Podrían hasta gestarse tasas nominales negativas. Estas últimas son concebidas como un impuesto del banco central sobre los bancos comerciales para incentivarlos a expandir los préstamos, y no como un impuesto a los ahorristas. Con una política de tasas nominales negativas, los bancos y otras instituciones financieras están obligados a pagar intereses por guardar el exceso de efectivo (más allá de lo que los reguladores dicen que deben mantener a mano por razones de seguridad) en el banco central. 

Evitar los cargos es un incentivo para que los bancos usen su dinero para prestar más a las empresas y a los consumidores, ayudando al crecimiento. 
 

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