La renuncia del CEO de Crown Point desata el temor de que se vuelva “la próxima Aconcagua”
Gabriel Obrador renunció a su triple cargo, junto al manejo total de la petrolera que se presenta como canadiense, pero en realidad es manejada por el grupo financiero BST, de la familia Peralta. Desde comienzos de año sonaba la versión de que es una apuesta más financiera que productiva, y la salida de su CEO acrecentó los temores. Un pasivo similar al activo, pozos improductivos y el temor al “Modelo Santa Cruz” de despidos y ajuste sin fin.
Parece uno de los chistes de Julio, sobre el famoso cantante español de apellido Iglesias. Pero el séptimo mes del año se llevó también al CEO, presidente y director de Crown Point, Gabriel Obrador, que en el mercado era considerado una garantía para la sustentabilidad y operación de la compañía. Este hecho relevante fue comunicado por Crown Point Energy Inc., justo el 31, último día hábil del mes. La salida fue informada a la TSX Venture Exchange y a la Comisión Nacional de Valores (CNV), detallando que Obrador deja su puesto para dedicarse a otros negocios. La salida de Obrador fue tan sorpresiva que aún figura como CEO en la página web de la empresa (https://crownpointenergy.com/?page_id=2193&lang=es). Las funciones ejecutivas, según la comunicación oficial, serán asumidas de forma interina por Marisa Tormakh, vicepresidenta de Finanzas y CFO de la compañía, y Hermann Steinbuch, vicepresidente de Operaciones de la filial argentina.
Como suele ocurrir, las verdaderas razones se encuentran fuera de las comunicaciones oficiales. Hace menos de un mes, el CEO de una petrolera en crecimiento se ilusionaba “con un Crown Point que va a estar muy bien, sobre todo si la maneja Gabriel (Obrador), que es serio y conoce el mercado”. La esperanza de un futuro mejor venía luego de un 2024 con una pérdida superior a 6.149 millones de pesos. Un resultado negativo manejable y reversible, pero dependiendo de muchos factores exógenos y endógenos: el valor del barril de crudo, la política petrolera argentina, el acceso al financiamiento, entre otros.
Este último parece un punto clave. Aunque Crown Point tiene un grupo financiero local como accionista; el modelo económico siembra dudas, el Riesgo País no baja, y se presentan como exitosas colocaciones de deuda a una tasa altísima, de casi 10%. Desde comienzos de este año, aunque la petrolera canadiense-argentina viene sumando áreas petroleras maduras, se sospecha que es un modelo de negocio más financiero que productivo. “Son como un fondo buitre, compran barato para vender más caro; pero pozos petroleros en lugar de acciones o papeles de deuda”, asegura un experimentado jugador del mercado petrolero.
El desenlace del caso Aconcagua está muy fresco. Petrolera Aconcagua Energía Sociedad Anónima (PAESA) fue fundada por dos ex YPF, Diego Trabucco y Javier Basso, accionistas junto a sus respectivas empresas. En apenas cuatro meses de este año pasó de un supuesto cielo al riesgo de desaparición. En marzo era presentada, de modo irresponsable y liviano, como “la nueva Vista” (https://eleconomista.com.ar/energia/el-plan-la-nueva-vista-como-le-esta-yendo-aconcagua-energia-n83427); en junio entró en default, elegantemente llamado “proceso integral de reestructuración de deuda financiera”; y en julio tomó el control, salvándola del desastre, Tango Energy, manejada por el ex CEO de YPF, Pablo Iuliano.
Los números oficiales de Crown Point muestran cierta similitud con el caso de Aconcagua. En el balance consolidado del 2024, la petrolera de la familia Peralta tuvo no sólo el resultado negativo mencionado -casi $ 6.150 millones- sino también un activo y pasivo con valores muy cercanos: 223.833 y 216.096 millones respectivamente. Si algunos activos estuvieran “inflados”, por ejemplo pozos maduros con una perspectiva de producción modesta, el patrimonio neto pasaría rápidamente a ser negativo.
Temor al “Modelo Santa Cruz”
Con cintura política, mediante dos senadores que votaron el pliego a la Corte Suprema de Ariel Lijo (aunque fue rechazado en términos generales), Santa Cruz consiguió que YPF se haga cargo de un pasivo ambiental de u$s 250 millones, lo que le fue negado a las otras provincias que recibieron áreas petroleras maduras como parte del Plan Andes. Un logro de Claudio Vidal, el gobernador de la provincia que fue sinónimo del apellido Kirchner.
Sin embargo, el nuevo mandamás, proveniente del sindicalismo petrolero, no consiguió resolver el otro punto conflictivo en el traspaso de áreas: la pérdida de puestos de trabajo. Las petroleras que entraron a Santa Cruz, en los pozos que antiguamente eran de YPF, lo primero que hicieron fue despedir trabajadores. “De otra forma, no nos cerraban los números”, se excusan en privado.
La única provincia que no efectuó el traspaso de pozos es Tierra del Fuego, donde la decisión política del gobernador Gustavo Melella es que Terra Ignis, la petrolera estatal provincial, participe de la futura explotación y exploración, aunque sea en posición minoritaria. Tanto Melella como los directivos de Terra Ignis son herméticos con respecto al tema, pero empezaron a mirar con preocupación la actualidad de Crown Point.
La petrolera de los Peralta viene cumpliendo en tiempo y forma sus compromisos con la provincia insular. Pero, según fuentes calificadas, le bajaron el pulgar con respecto a algún pedido puntual, cuando hace poco se le decía todo que sí. Además, la salida de Obrador consolidó un estado de alerta que ya había despertado el balance del primer trimestre del 2025. Ganancias aceptables de 12.643 millones; pero con un activo de $ 229.007 millones y un pasivo de $ 208.627 millones, muy cercanos entre sí.
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