Escándalo dentro de Luz y Fuerza de Gualeguaychú: una trabajadora denunció acoso sexual y todos miraron para otro lado
El calvario de una trabajadora a la que -supuestamente- acosó y hostigó sexualmente el secretario adjunto de un gremio. Desde un familiar de ella que tapó el asunto, hasta el ninguneo en su propio gremio, en el sindicato de los docentes, y también en la CGT local. Recién encontró respuestas cuando acudió a instancias nacionales. En exclusiva, la denuncia judicial.
Por respeto a la víctima, y al principio de inocencia, los nombres de los protagonistas de esta historia no se publican. Sin embargo, si ello se hiciera, toda la ciudad de Gualeguaychú -una de las más importante de Entre Ríos- estaría hablando del tema. Todo comenzó cuando una trabajadora, en el ámbito sindical de Luz y Fuerza, denunció haber sido víctima de acoso y hostigamiento sexual por parte de un dirigente que tenía autoridad jerárquica sobre ella. En términos más precisos, el secretario adjunto del gremio.
La primera presentación, de modo lógico, la hizo dentro de la seccional local. La denuncia fue recibida por la conducción gremial, pero no se activó ningún protocolo ni medida de resguardo. Con el correr de las semanas, la presentación quedó sin tratamiento. La trabajadora también recurrió al Comité de Género del sindicato, integrado por compañeras de la misma organización. Allí tampoco obtuvo acompañamiento ni acciones concretas.
El silencio gremial dejó a la denunciante expuesta, y su salud empezó a deteriorarse, producto del estrés y la angustia generados por la situación. En la búsqueda de algún tipo de contención, la trabajadora conversó con personas vinculadas a otro espacio sindical, del ámbito docente, que también tiene presencia en organismos locales. Sin embargo, nuevamente no encontró orientación ni apoyo.
Según se comenta, la estructura gremial —en sus distintas ramas y todas bajo el paraguas de la CGT local— optó por evitar intervenir en un caso que comprometía a un dirigente propio. Ante la falta de respuestas, la trabajadora decidió elevar su situación a otras instancias institucionales.
A partir de ese momento, se impulsaron los mecanismos formales para derivar el caso al Ministerio de Trabajo, solicitando la activación del Protocolo Defender. También se dio intervención a la Federación de Sindicatos de Luz y Fuerza, debido a que las autoridades involucradas pertenecen a la seccional local. Como medida preventiva, se dispuso garantizar condiciones laborales seguras para la trabajadora, evitando cualquier contacto con el acusado. Hace pocos días, la víctima también formalizó la denuncia en la Oficina de Género, quedando a la espera de las medidas de resguardo y acompañamiento contempladas en los protocolos vigentes.



En los entornos sindicales se comenta que este caso expone cómo distintos espacios gremiales evitaron actuar frente a una denuncia grave, dejando a la trabajadora en una situación de vulnerabilidad que recién encontró respuesta cuando decidió buscar ayuda por fuera de la estructura sindical tradicional. Una historia que no es la primera, y desgraciadamente tampoco será la última. Pero que demuestra cómo se declaman igualdad, deconstrucción y paridad de género; mientras en la realidad hasta las propias mujeres le dan la espalda a la víctima.
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