28 de Agosto de 2018 - 18:14

Buquebús: amarran cinco barcos de contrabando, ¿ y la Aduana y el Puerto ?

El dueño de los ferrys que cruzan hacia Uruguay, Juan Carlos López Mena, sigue mostrando una total falta de respeto por las normas aduaneras. Con una ventaja: ningún funcionario mueve un dedo para cobrar la multa correspondiente. Una larga cadena de complicidades para que cinco buques resulten invisibles.

Una lancha puede pasar desapercibida. Quizás un buque dentro de lo que es un sector del Puerto de Buenos Aires. Pero si los buques son cinco ya no hay excusas. Esto es lo que ocurre con ese número de embarcaciones que López Mena tiene en la capital de Argentina con bandera uruguaya, contradiciendo todas las normas aduaneras.

“Todos ven, cómodamente instalados desde sus oficinas, cómo desguazan un buque que se registró con ingreso temporal”, cuenta un aduanero que conoce bien el tema. “Pero nadie hace nada. No por desidia, sino por una elaborada cadena de complicidades”, agrega la misma fuente. 

Si los barcos están amarrados hace más de seis meses, y no son de bandera nacional (efectivamente tienen la de Uruguay), violan el artículo 970 del Código Aduanero, configurando el delito de contrabando. Para esto, la multa es por lo menos del 30% del valor de la embarcación. Como además, su importación para consumo estaría prohibida, corresponde además de la multa el decomiso de esas cinco embarcaciones.

Pero, debido a una cadena de complicidades o -en el mejor de los casos- desidia, ello no ocurre. Los responsables de esto son, esencialmente, tres funcionarios de la Aduana. Uno de ellos es Pablo Gastón Cordiglia, jefe del Departamento Operacional en el Puerto de Buenos Aires. Otro es Emilio Federico Baccini, jefe de Control y Fiscalización Operativa (justamente lo que no hace). Por último, Buquebus opera dentro de lo que es la Estación Marítima Buenos Aires (EMBA), cuyo máximo responsable es Eduardo Daniel Gómez.

 

El estado de los barcos: abandono y desguace

 

El caso más evidente y grosero es el de la embarcación Albayzin, al cual Buquebus desguaza para proveer motores, asientos y equipamiento para otros barcos suyos, en especial el Silvia Ana L. Como todos los demás, el Albayzin tiene matrícula uruguaya, que es la IMO 9059054.

Otros dos barcos están prácticamente en estado de abandono desde hace varios años. Uno de ellos es el Patricia Olivia II, amarrado y en desuso en Ferrylíneas, con matrícula Ivo 9207314. Algo similar ocurre con el Thomas Edison, que nunca llegó a navegar en la flota de Buquebús. Su matrícula es IMO 8642971.  

Por otra parte, desde hace más de dos años está amarrado el Flecha de Buenos Aires, que operaba bajo la ferrylínea Seacat, la low cost de Buquebús. Su matrícula es IMO 8502248, y fue reemplazado por el Juan Patricio.

El quinto buque en situación de abandono es el Luciano Federico L. Durante años estuvo amarrado en la Dársena Sur, al lado del histórico buque Solidor. Ahora, en cambio, el Luciano Federico L descansa en el astillero Tandanor.

 

Varias infracciones aduaneras 

 

Estos buques tiene una matrícula uruguaya que no está activa. Para ello, deberían tocar territorio uruguayo una vez por año al menos, algo que ninguna de estas cinco embarcaciones hace. En consecuencia, deberían pagar multa superior al 30% del valor del bien, y podrían ser además objeto de decomiso. “Por lo menos, Cordiglia, Baccini y Gómez se cruzan a diario con estos buques. Es imposible que no los vean”, afirma un aduanero de la sección Resguardo. 

Además de estar en el Puerto de Buenos Aires de contrabando, estos buques no cumplen con dos requisitos. Uno de ellos es el Certificado de Navegabilidad, que expide el puerto en el cual está amarrado. Sirve para controlar que las condiciones de seguridad sean las adecuadas, y para prevenir contaminación en buques de bandera extranjera. 

Por otra parte, también se exigen la Presunción de Navegabilidad. La misma estima que el buque reúne las condiciones de seguridad suficientes. Si esa sí, el certificado puede renovarse o convalidarse. Por supuesto, nadie controla una u otra en las cinco embarcaciones de López Mena.

El mismo empresario que coqueteó con el kirchnerismo todo el tiempo, y que hasta prometía hacerse cargo de Aerolíneas, tiene una red de protección aduanera que trasciende a los gobiernos. Y que le permite evitar multas millonarios por desarrollar el comportamiento que tuvo toda su vida: hacer lo que se le da la gana, sin pensar en respetar las normas. 

 

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