El director de la Aduana Buenos Aires, en la mira: el courier sancionado, globos y cotillón, el crecimiento importador de Lüsqtoff, “chapea” con Massa y se reúne con operadores de Milei
A Claudio Di Giannantonio, responsable máximo de la Aduana más importante del país, le alcanzó menos de un años en el cargo para perder los apoyos políticos que tenía. El contenedor infraccionado del courier CTW (que no sería el único), el antecedente del importador de cotillón del Once, las importaciones duplicadas de Lüsqtoff, así como su ambigüedad política, le juegan en contra. Las reuniones con el operador más prolífico de Javier Milei, con quien tiene una larga amistad; y el exceso de verborragia.
La Aduana de Buenos Aires, con el emblemático puerto, es la más importante de la Argentina. En el curso del 2023, cada vez que surgió un escándalo en el organismo, todas las voces apuntaron a Claudio Di Giannantonio. Por un lado, porque desde octubre del año pasado es el director de la Aduana Buenos Aires, el responsable directo y más importante de la misma. Pero también influye su personalidad, pues sus compañeros ven cómo simultáneamente “chapea” con una llegada directa a Sergio Massa (que casi nadie le cree); mientras se reúne con Eugenio Casielles, legislador porteño y uno de los operadores más importantes de La Libertad Avanza (LLA).
Casielles, que proviene del lavagnismo, comparte oficinas en la calle Bouchard con Ramiro Marra, el candidato a jefe de Gobierno por LLA y una de las figuras más cercanas a Javier Milei. La amistad de Casielles con Di Giannantonio viene de larga data, incluyendo cenas y encuentros con otros aduaneros que ocuparon puestos importantes en el organismo.
Di Giannantonio juega políticamente a varias puntas, suponiendo que nadie registrará sus movimientos coordinados y ambiguos. Por una parte, en las últimas semanas se promueve -a quien quiera escucharlo- como el próximo director de Aduanas si Javier Milei resulta electo presidente. Por otra parte, desde hace un año le “vende soluciones” a empresas argumentando –“chapeando” más coloquialmente- una relación directa con Sergio Massa que no sería tal.
En esta lógica “massista”, por lo menos tres empresas se beneficiaron con el accionar de Di Giannantonio: el importador de cotillón Rolando Rivas (sí, homónimo del personaje taxista), el courier infraccionado CTW y el importador de máquinas y ferretería Lüsqtoff. La cuestión, para esas empresas, es que a “El Tano” se le va acabando el crédito .y la tolerancia a sus manejos- entre las altas jerarquías de la Aduana y el Sindicato Único del Personal Aduanero de la República Argentina (SUPARA), del cual supo ser secretario gremial. “Para Sueiro (Carlos, secretario general del gremio), Claudio pasó de joven prodigio a hijo bobo”, resume alguien que conoce a ambos.
Contenedores “parados”, un importador prolífico y su colaborador millonario
Los movimientos -algunos, apenas la punta del iceberg- de Di Giannantonio fueron relevados por distintas notas desde que llegó a director de la Aduana de Buenos Aires, hace alrededor de un año. El 1° de septiembre del año pasado, horas antes que el país se conmoviera por el atentado contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, el jefe de Fiscalización Operativa de los depósitos de Zona Norte del GBA, Haroldo Gómez, paró un contenedor del importador Rolando Rivas, que traía globos y cotillón. Gómez consideró que no estaba toda la documentación en regla.
Según contó este medio, en la nota que fue un anticipo (https://www.minutodecierre.com/nota/2022-11-10-12-11-0-tension-en-la-aduana-por-el-desplazamiento-de-un-jefe-operativo-que-paro-un-contenedor-del-importador-rolando-rivas), a partir de ello Gómez fue amenazado telefónicamente (por lo cual radicó una denuncia), advertido que lo desplazarían de su cargo, y finalmente el “10 de noviembre eso le fue comunicado por Claudio Di Giannantonio, nada más y nada menos que el director de la Aduana de Buenos Aires”.
“A partir de allí -continúa el mismo artículo- Gómez -entre otros compañeros- vio como esa firma enviaba alrededor de 30 contenedores directamente al Puerto de Buenos Aires, donde entraban sin ningún problema. Aunque Gómez había detectado un salto de posición arancelaria (declarar un producto, cuando en realidad se trae otro) para evitar una Licencia No Automática (LNA) de importación”.
El otro caso que puso a Di Giannantonio en la mira, revelado por Minuto de Cierre, fue el del courier CTW S.R.L. “El Tano” liberó un contenedor de esa firma desde Buenos Aires hacia Campana, donde supuestamente el 2 del lugar, Santiago Benítez, garantizaba la operación. Pero el mayor responsable operativo de Campana, Marcelo Sosa, detectó que la mercadería de esa “lata” valía varias veces lo declarado. El tema fue anticipado en julio pasado por este medio: https://www.minutodecierre.com/nota/2023-7-8-10-38-0-aduana-de-campana-mercaderia-electronica-retenida-exportaciones-mal-liquidadas-un-funcionario-jerarquico-asustado-por-amenazas-y-el-financista-federico-elaskar.
La historia terminó -por ahora, hasta que se conozca la operatoria completa del tándem CTW-Di Giannnantonio- con una multa millonaria, Benítez primero sin funciones y ahora corrido hacia La Plata, y hasta se habla de una posible causa judicial. “El Tano”, por ahora, quedó indemne.
A los casos de Rolando Rivas y CTW se suma uno hasta ahora desconocido, de un importador conocido de máquinas, herramientas y ferretería: Lüsqtoff. Con su operatoria en el Puerto de Buenos Aires, en 2021 esta firma importó por u$s 33 millones, el año pasado saltó a u$s 45 millones y sólo en el primer semestre del 2023 llegó a u$s 32 millones.
El caso Lüsqtoff encierra varios interrogantes que apuntan a Di Giannantonio. ¿Sólo trae su mercadería habitual, o también telas, buzos y termos? Para justificar los movimientos de Lüsqtoff, ¿el jefe de la Aduana Buenos Aires pidió favores en algún área del organismo? Y la pregunta más interesante de todas: ¿cómo hizo la firma, con sólo 13 años en el mercado argentino, para que la Secretaría de Comercio le autorizara sus importaciones al tipo de cambio oficial?
Para que a la novela de Di Giannantonio no le falte ningún ingrediente, su “brazo ejecutor” -formalmente jefe de Fiscalización y Operativa- es el ingeniero Luis Pugliese. Entre los aduaneros, muy afectos a los chismes (a veces verdaderos y otros no), se comenta que Pugliese enfrenta una demanda de divorcio en la cual su ex esposa pide una suma millonaria, por supuesto en moneda verde.
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