23 de Septiembre de 2017 - 21:40

Nisman: las manchas de sangre revelerían que el fiscal fue asesinado

Una foto en poder de la Policia Federal ilustra una marca de sangre que avanza en línea recta sobre la mesada del baño

En el espejo se ve que la bañera está exactamente a la izquierda. Esa marca es inexplicable si Nisman se disparó a sí mismo parado frente al espejo -como sostiene la defensa de Lagomarsino-, sobre la oreja derecha, en un tiro que no tuvo orificio de salida. Simplemente, no puede estar allí.

Lo que la explica es un hombre que mira a la bañera, con la cabeza un poco arriba de la mesada. Nisman medía 1,82 y sólo podría estar así si estaba arrodillado. Los peritos dicen que así fue. La forma de la caída del cuerpo de Nisman demuestra que fue "asesinado por dos personas"

Pero disparándose a sí mismo y en esa posición -la huella de la sangre también determina que tiene una rodilla en el piso y la otra pierna flexionada, apoyada sobre su planta- no pudo caer como cayó, con las piernas extendidas y perfectamente paralelas a la bañera. De nuevo, la ruta de la sangre acomoda las cosas.

Tampoco el arma pudo quedar debajo suyo, detrás de su omóplato izquierdo, como quedó. La DAIA confía que las pruebas de Gendarmería determinarán "que Nisman fue asesinado". La sangre marca la acción por los sitios donde está pero también, y muy especialmente, por los que no alcanzó. Por los que están limpios y no deberían. Los peritos lo explican en sus clases de Criminalística: la ausencia de evidencia es una evidencia en sí misma.

Hay algo más. Justo debajo de la pileta del baño colgaba una toalla de color claro. Estaba impecable: algo se interpuso entre ella y el lado derecho de la cabeza de Nisman en el momento del disparo. El "telón" que la salvó de las manchas de sangre no fue otro que uno de los asesinos, que las pericias ubicarán "arriba y a la derecha" del fiscal arrodillado. Alguien de pie, que recibió cerca de la cintura las manchas de sangre que debieron ir directo hacia la toalla.

Con respeto al arma de la que salió el disparo. Hay dos ejemplos claros de esto en las fotos que tomaron los peritos de la Policía Federal apenas entraron al departamento 2 del piso 13 de una de las torres Le Parc, en Puerto Madero. Uno es la de la mano derecha del fiscal, que tiene manchas de sangre sobre el dorso del pulgar y el índice pero se interrumpen abruptamente y en líneas rectas.

Sólo pudo suceder de una forma: que el resto del dibujo de la sangre esparcida por el disparo quedara sobre otra mano que tapara esa parte de la mano derecha. No sigue la secuencia del dibujo la que hay sobre la mano izquierda, en caso de que Nisman hubiese sostenido la derecha con esa mano para dispararse. Si el "mapa" que falta no está allí tuvo que quedar sobre una tercera mano: la mano del asesino, que pudo haber sostenido la derecha de Nisman.

Es posible que en esa mano fantasma hayan quedado también los restos de pólvora que la pistola 22 de Lagomarsino despidió hacia atrás cada vez que fue disparada tras la muerte del fiscal.

Otra marca es la de la mano izquierda. La sangre allí, dijeron en su momento los forenses de la querella, está "por contacto". Es decir, está porque alguien con sangre tocó a Nisman en su mano izquierda. Lo tomaron de allí para acomodar su cuerpo en la posición en que jamás pudo quedar si caía naturalmente tras dispararse a sí mismo.

El arma asesina, la que Lagomarsino le llevó a Nisman diciendo que era "vieja" y que "ni siquiera sabía si funcionaba bien", resultó perfecta para un crimen No sólo funcionó de modo impecable, sino que además estaba cargada con balas de alta tecnología. No tenía proyectiles viejos, acordes con la antigüedad y el nulo uso que su dueño dijo darle, sino balas marca Federal Classic, de punta hueca y alta velocidad, que propagan su poder devastador.

Las balas de punta hueca están prohibidas por la Ley de Armas: hacen que el proyectil se deforme y fragmente para garantizar el daño. La bala de punta hueca impactó en la cabeza del fiscal.

Es el arma y el tipo de bala de los sicarios que buscan ejecuciones silenciosas y seguras: con pistolas del mismo tipo fueron asesinados el "rey de la noche" Leopoldo Poli Armentano y el fotógrafo José Luis Cabezas. Todo el mundo sabe que ninguno de los dos se suicidó.

 

 

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